/ domingo 22 de enero de 2017

Toluca: la nueva ruta de migrantes que huyen de violencia de maras y zetas

||Por Filiberto Ramos Tomás ||

Toluca, Méx.- Hace 28 días, "El Negro", junto con su esposaJazmín y sus dos hijos, salieron de Honduras para huir de lasamenazas de la Mara Salvatrucha. Ya no quería ser su matón, y elmiedo le calaba al pensar que cumplirían sus amenazas de asesinara su familia.

“¡Allá el gobierno no manda me entendés, son los maras!”,relató Alex, como le gusta que le nombren; quiere borrar su pasadoy su apodo de "El Negro", que le dieron en las favelas.

En Honduras para que un hombre tenga el privilegio de vivir consu familia, tiene que alinearse a las mafias, afirma. Acepta con lafrialdad que le dejaron las calles que tuvo que matar muchas vecespara los maras. Fue obligado a cambio de la seguridad de los suyos,aclara. Allá para que tú puedas vivir, tienesque matar, para que tú puedas comer, tienes que robar y yo mecansé de hacer eso para las mafias, yo lo hago por mis hijos, misgüirros (bonitos), no me gusta que sufran", sostuvo “El Negro”en Toluca, a donde llegó hace dos días para seguir su ruta haciala frontera para buscar una mejor vida en Estados Unidos.Cargando con su pequeña de seis meses, colgada a sus brazos, y consus manos sosteniendo flores de ramas que hace para ofrecerlas enlas paradas a los automovilistas para reunir el pasaje completopara pagar el autobús que los lleve, a él y su familia, aQuerétaro, donde pasa “la Bestia”, el tren carguero que suelenmontar los migrantes.

Dice que por accidente llegaron a Toluca, pues un trailero losengañó en Veracruz bajo la promesa de llevarlos hasta la fronterasi le ayudaban a cargar su mercancía, pero los abandonó enToluca, una ciudad que hasta hace poco no estaba en el camino delos migrantes.

Hasta hace unos años, la ruta más corta a seguir de loscentroamericanos, era por Nuevo Laredo y Reynosa, Tamaulipas, peroahora ese camino se lo han adueñado los Zetas, que los secuestranpara los campos de cultivo de droga o hasta los asesinan solo pordiversión.

Por eso, Alex se arriesgará por la ruta larga del pacíficohasta llegar a Mexicali, Baja California, por el desierto de Altar,donde son 2 mil 600 kilómetros a bordo del lomo de “la Bestia”y entre los migrantes es conocida como "La Ruta del Infierno", porlo extremo del clima. Llevamos 28 díasviajando desde que salimos de Honduras, me traje mil dólares,llegando a Guatemala los cambié por los quetzales (monedas) y puesya aquí en México cambiamos con pesos, pero en “la Bestia” nodura el dinero, tenemos que comprarle pañales a la niña, paracomer y una parte nos la han quitado, es muy duro el viaje”,relató el migrante. Junto con "el Negro" y su familiaviajan "El Tiburón", su amigo de Santa Bárbara, y dos mujeresmás que encontraron en el camino; su plan es llegar a Querétarolo más pronto posible para retomar la ruta a la frontera norte deMéxico.

Alex dice que de Toluca a la Frontera son no menos de 15 díasde camino, “si Chuchito (Jesucristo) quiere”, pues sabe que la"Ruta del Infierno" del desierto de Altar, es casi imposible decruzar para una bebé y un niño de dos años, como el caso de sushijos.

En la mirada y sus tatuajes se le refleja su pasado de Alex comoesclavo de los maras, aunque asegura que su castigo ya lo hacumplido al quedar prisionero por varios años y con la muerte desu madre y su padre, que fueron víctimas del odio y el salvajismocon que actúan las mafias en Honduras.

Temeroso de que lo sigan sus anteriores captores, Alex se limitaa no dar más detalles de su viaje ni de su familia, y duerme menosde dos horas en donde los alcance la noche para estar siemprealerta.

Revela que en Chiapas los narcos le ofrecieron trabajo con pagade cuatro mil pesos, pero asegura que los carteles de la droga notienen palabra y en cualquier momento podrían matar a su familia,por eso prefirió seguir su ruta, peregrinando de ciudad en ciudadpara descansar un poco y pedir ayuda antes de continuar.

—¿Y una vez que pases al otro lado a dónde vas air?

—A donde sea, lo importante es llegar—, responde elhondureño, pues para un migrante como él, es cruzar al paraíso,aunque de ese grupo sabe, no todos podrán soportar el infierno abordo de “la Bestia”, y aún falta librar el peligro de cruzarla frontera.

Con Trump se acabó el sueño para loscentroamericanos

Para Jovani, Esmer y Gael, tres migrantes centroamericanos quebuscan cruzar a Estados Unidos, la llegada de Donald Trump esperder esperanzas de la meta que quieren alcanzar desde hace 40días cuando salieron de Tierra Blanca, Honduras.

“¡Con la llegada del güero Trump se acabó el sueño!”,dice Gael, frustrado y cansado por el camino desde su tierra hastaToluca.

Los tres jóvenes, aseguraron que se arriesgarán en su viaje ala frontera norte, y aunque saben que tienen pocas esperanzas deestablecerse, no tienen de otra, pues salieron de Honduras huyendode las mafias de “los maras”.

Al igual que el grupo de “El Negro”, el de Gael, Esmer yJovani, también llegó a buscar una nueva ruta al norte porToluca, donde no hay zetas ni maras ni policía de migración.

"En Tierra Blanca hay mucha mafia por eso vamos aseguir, sabemos que incluso para ustedes los mexicanos es difícil,y para nosotros es más, pero no tenemos de otra forma", relatóJovani.

“Si el Güero va a deportar a los mexicanos, imagínate anosotros que somos de Honduras”, lamentan los migrantes, quienesafirmaron que si hay oportunidad de quedarse en Toluca a trabajar,optarán por no seguir.

La ruta de la capital del Estado de México, desde hace unosmeses se ha convertido en una nueva ruta migrante, por estarapartada de la zona de control de los zetas y los maras, aunque lasdecenas de centroamericanos que se paran en los cruceros o duermenen las vías del tren, solo permanecen unos días y luego vuelven atomar su camino hacia Querétaro o Ecatepec, donde pasa “laBestia”.

“Aquí la gente nos da ropa, comida, y hasta hemoshecho unos trabajitos para ganar unas monedas, no robamos, ni nadade eso, pero ya sabe que por uno pagan todos”, dice Esmer, quiense salvó de los maras hace unos días en Lechería, donde losasaltaron, los golpearon y a él casi lo matan.

“¡Me pisaron la cara y me dejaron todo abierto, el ojotambién lo traía cerrado!”, relata Esmer, junto con sus otrosdos compañeros de camino, quienes desde hace dos días llegaron aToluca.

/amg

||Por Filiberto Ramos Tomás ||

Toluca, Méx.- Hace 28 días, "El Negro", junto con su esposaJazmín y sus dos hijos, salieron de Honduras para huir de lasamenazas de la Mara Salvatrucha. Ya no quería ser su matón, y elmiedo le calaba al pensar que cumplirían sus amenazas de asesinara su familia.

“¡Allá el gobierno no manda me entendés, son los maras!”,relató Alex, como le gusta que le nombren; quiere borrar su pasadoy su apodo de "El Negro", que le dieron en las favelas.

En Honduras para que un hombre tenga el privilegio de vivir consu familia, tiene que alinearse a las mafias, afirma. Acepta con lafrialdad que le dejaron las calles que tuvo que matar muchas vecespara los maras. Fue obligado a cambio de la seguridad de los suyos,aclara. Allá para que tú puedas vivir, tienesque matar, para que tú puedas comer, tienes que robar y yo mecansé de hacer eso para las mafias, yo lo hago por mis hijos, misgüirros (bonitos), no me gusta que sufran", sostuvo “El Negro”en Toluca, a donde llegó hace dos días para seguir su ruta haciala frontera para buscar una mejor vida en Estados Unidos.Cargando con su pequeña de seis meses, colgada a sus brazos, y consus manos sosteniendo flores de ramas que hace para ofrecerlas enlas paradas a los automovilistas para reunir el pasaje completopara pagar el autobús que los lleve, a él y su familia, aQuerétaro, donde pasa “la Bestia”, el tren carguero que suelenmontar los migrantes.

Dice que por accidente llegaron a Toluca, pues un trailero losengañó en Veracruz bajo la promesa de llevarlos hasta la fronterasi le ayudaban a cargar su mercancía, pero los abandonó enToluca, una ciudad que hasta hace poco no estaba en el camino delos migrantes.

Hasta hace unos años, la ruta más corta a seguir de loscentroamericanos, era por Nuevo Laredo y Reynosa, Tamaulipas, peroahora ese camino se lo han adueñado los Zetas, que los secuestranpara los campos de cultivo de droga o hasta los asesinan solo pordiversión.

Por eso, Alex se arriesgará por la ruta larga del pacíficohasta llegar a Mexicali, Baja California, por el desierto de Altar,donde son 2 mil 600 kilómetros a bordo del lomo de “la Bestia”y entre los migrantes es conocida como "La Ruta del Infierno", porlo extremo del clima. Llevamos 28 díasviajando desde que salimos de Honduras, me traje mil dólares,llegando a Guatemala los cambié por los quetzales (monedas) y puesya aquí en México cambiamos con pesos, pero en “la Bestia” nodura el dinero, tenemos que comprarle pañales a la niña, paracomer y una parte nos la han quitado, es muy duro el viaje”,relató el migrante. Junto con "el Negro" y su familiaviajan "El Tiburón", su amigo de Santa Bárbara, y dos mujeresmás que encontraron en el camino; su plan es llegar a Querétarolo más pronto posible para retomar la ruta a la frontera norte deMéxico.

Alex dice que de Toluca a la Frontera son no menos de 15 díasde camino, “si Chuchito (Jesucristo) quiere”, pues sabe que la"Ruta del Infierno" del desierto de Altar, es casi imposible decruzar para una bebé y un niño de dos años, como el caso de sushijos.

En la mirada y sus tatuajes se le refleja su pasado de Alex comoesclavo de los maras, aunque asegura que su castigo ya lo hacumplido al quedar prisionero por varios años y con la muerte desu madre y su padre, que fueron víctimas del odio y el salvajismocon que actúan las mafias en Honduras.

Temeroso de que lo sigan sus anteriores captores, Alex se limitaa no dar más detalles de su viaje ni de su familia, y duerme menosde dos horas en donde los alcance la noche para estar siemprealerta.

Revela que en Chiapas los narcos le ofrecieron trabajo con pagade cuatro mil pesos, pero asegura que los carteles de la droga notienen palabra y en cualquier momento podrían matar a su familia,por eso prefirió seguir su ruta, peregrinando de ciudad en ciudadpara descansar un poco y pedir ayuda antes de continuar.

—¿Y una vez que pases al otro lado a dónde vas air?

—A donde sea, lo importante es llegar—, responde elhondureño, pues para un migrante como él, es cruzar al paraíso,aunque de ese grupo sabe, no todos podrán soportar el infierno abordo de “la Bestia”, y aún falta librar el peligro de cruzarla frontera.

Con Trump se acabó el sueño para loscentroamericanos

Para Jovani, Esmer y Gael, tres migrantes centroamericanos quebuscan cruzar a Estados Unidos, la llegada de Donald Trump esperder esperanzas de la meta que quieren alcanzar desde hace 40días cuando salieron de Tierra Blanca, Honduras.

“¡Con la llegada del güero Trump se acabó el sueño!”,dice Gael, frustrado y cansado por el camino desde su tierra hastaToluca.

Los tres jóvenes, aseguraron que se arriesgarán en su viaje ala frontera norte, y aunque saben que tienen pocas esperanzas deestablecerse, no tienen de otra, pues salieron de Honduras huyendode las mafias de “los maras”.

Al igual que el grupo de “El Negro”, el de Gael, Esmer yJovani, también llegó a buscar una nueva ruta al norte porToluca, donde no hay zetas ni maras ni policía de migración.

"En Tierra Blanca hay mucha mafia por eso vamos aseguir, sabemos que incluso para ustedes los mexicanos es difícil,y para nosotros es más, pero no tenemos de otra forma", relatóJovani.

“Si el Güero va a deportar a los mexicanos, imagínate anosotros que somos de Honduras”, lamentan los migrantes, quienesafirmaron que si hay oportunidad de quedarse en Toluca a trabajar,optarán por no seguir.

La ruta de la capital del Estado de México, desde hace unosmeses se ha convertido en una nueva ruta migrante, por estarapartada de la zona de control de los zetas y los maras, aunque lasdecenas de centroamericanos que se paran en los cruceros o duermenen las vías del tren, solo permanecen unos días y luego vuelven atomar su camino hacia Querétaro o Ecatepec, donde pasa “laBestia”.

“Aquí la gente nos da ropa, comida, y hasta hemoshecho unos trabajitos para ganar unas monedas, no robamos, ni nadade eso, pero ya sabe que por uno pagan todos”, dice Esmer, quiense salvó de los maras hace unos días en Lechería, donde losasaltaron, los golpearon y a él casi lo matan.

“¡Me pisaron la cara y me dejaron todo abierto, el ojotambién lo traía cerrado!”, relata Esmer, junto con sus otrosdos compañeros de camino, quienes desde hace dos días llegaron aToluca.

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