Jalisco.- "Lo que más dolió de todo lo que experimentamos en el IJCF fue darnos cuenta de lo mucho que la gente está dispuesta a soportar un trato indigno e inhumano con tal de encontrar a sus familiares", dijo Alejandro Puerto, quien se presentó en las instalaciones de ese instituto para buscar a su sobrino desaparecido desde 2017.

El problema, dice, inicia en el primer filtro, ya que quienes buscan a sus familiares son recibidos por trabajadoras sociales.

"Hay una falla de comunicación y entendimiento en el momento en el que le explicas las características de tu familiar. Claro, no es personal forense ni personal habilitado en cuestiones penales, sino simplemente es gente de buena voluntad víctima de la improvisación", apunta en entrevista con El Occidental.

El segundo filtro es más complicado, ya que la falta de tecnología y equipos adecuados para agilizar la búsqueda e identificación de los cuerpos los hace esperar por horas. Hasta ocho horas toma ingresar para recibir 10 minutos dentro.

"Tuve que esperar cerca de ocho horas porque te toman tu testimonio y te dan una ficha, mi ficha era la 55... No es una base de datos digital ni científica. Lo que ellos entienden por base de datos son las carpetas de archivos con folders adentro, apiladas en una silla y escritas a mano". Dichas carpetas, detalla, son otro problema.

"Una persona que no tiene experiencia en labor forense y en labor penal tiene que interpretar una ficha técnica, pero además de eso tiene que adivinar la letra de la persona que te tomó tu testimonio a la entrada".

"La otra cara de buscar a un desaparecido, son las amenazas, no sólo de la delincuencia organizada, sino también del Gobierno, que te persuade a no continuar con la búsqueda", detalla Puerto.

Alejandro recalca: "Uno tiene la esperanza de que la Policía Investigadora realice las indagatorias, y es lo que no está ocurriendo".