Aguascalientes, Ags.- Una herida que no cierra, desesperación, tristeza, impotencia, mucha impotencia.
Para Javier Espinosa Granados, padre de Francisco Javier Espinosa, secuestrado el 24 de abril de 2007 mientras laboraba en el antro Maverick, es un hecho que la autoridad de ningún nivel de gobierno "moverá nunca un dedo" para dar con el paradero no sólo de su hijo, sino de ninguna de las personas desaparecidas en Aguascalientes.
Durante 12 años y cuatro meses, el padre de Francisco ha visto pasar tres gobernadores, seis procuradores de justicia y fiscales estatales, quienes no sólo no le han ayudado, sino que lo han amenazado e intimidado.
Las amenazas por parte de la autoridad llegaron a tal punto, que el señor se vi obligado a cambiar su residencia a la Ciudad de México, ante el temor por la integridad de él y su familia.
El día del secuestro
Su papá recuerda que Francisco, el menor de la casa y único varón, estudiante sobresaliente de nivel medio superior, se empleó como chalán en las obras de remodelación del antro porque requería de dinero para llevar a pasear a su novia.
El 24 de abril de 2007 un comando fuertemente armado arribó al sitio para llevarse a nueve personas en total, entre ellos al propietario, el contador y el jefe publicitario del antro.
También cargaron con los albañiles que en ese momento tuvieron la mala suerte de encontrarse en el lugar y de ellos nada se ha vuelto a saber.
"La gente sigue desapareciendo"
Javier mantiene viva la esperanza de volver a ver a su hijo, pues, dice, nadie le ha dado pruebas de su fallecimiento e incluso ha ofrecido una recompensa de 50 mil pesos a quien le proporcione alguna información que le permita dar con su paradero.
“No se realizó una investigación seria, ni en su momento ni ahorita. Tristemente me doy cuenta que sigue desapareciendo gente. Es un hecho que la autoridad está rebasada y que los desaparecidos no les importan. Yo veo el dolor de la gente cuyos familiares han desparecido actualmente, veo que le echan ganas, que quieren manifestarse, que se entrevistan con la autoridad y yo sé que deben tener mucha paciencia, porque no va a pasar de ahí, tristemente no pasa de ahí. No van a arreglar las cosas porque no hay voluntad. Es desesperante”, apunta.
Dos de los padres de los desaparecidos ya fallecieron, “y parece que apuestan a que con el paso del tiempo los demás también muramos para enterrar definitivamente el caso”, dice.