/ viernes 20 de marzo de 2020

Afromexicanos en Veracruz enfrentan discriminación con orgullo

La falta de información sobre los afrodescendientes es lo que hace más difícil que se les reconozca como tal, en los pueblos veracruzanos ellos resaltan el orgullo de por sus raices

YANGA, Ver.- "Son las costumbres, la cultura, donde naces y donde creces lo que te hace reconocer tu raíz, el color de la piel no es lo que va a hacerte afrodescendiente", afirma Edith Calderón Trujillo, quien forma parte del Consejo Afro de Yanga.

Con gran interés en sus raíces, proactiva, intenta conseguir reconocimiento para su raza, así es esta joven locutora que, a sus 30 años, participa y se documenta para explicar la importancia del movimiento afro, e incluso menciona que de no ser por Yanga gran parte de la historia de México no habría llegado a ser como la conocemos ahora.

"Sensibilización, concientización e información es lo que falta, porque la discriminación sigue estando presente, yo misma he sufrido de esta situación, por ejemplo hay quienes me dicen estás muy bonita a pesar de ser negrita", a pesar de que se ha tratado de vivir en igualdad y reconocer como una raza a esta comunidad la sociedad tiene aún muy marcado la relevancia en un color de piel, explica Calderón Trujillo.

"Todos los negros somos afrodescendiente, sin embargo no todos los afrodescendientes son negros, es importante en la afrodescendencia la parte de empoderamiento y el reconocimiento, hoy en día es difícil que la gente se reconozca como tal, en mismo Yanga las personas dicen que sí por compromiso más no porque así se consideren".

Son factores como la falta de conocimiento lo que afecta a que la gente del municipio conozca parte de su cultura ya que hasta la fecha no se tiene un proyecto cimentado en el que la gente sepa, conozca y difunda parte de su historia, expresa dejando en claro que el orgullo por sus raíces es algo que vive en su familia.

Ahí va la negra

Recordando su infancia, con la mirada perdida y sonriendo al hablar de su abuelo, Nachita platica cómo su color de piel le ha causado alegrías y diferencias por parte de algunas personas que como ella lo comenta "no conocen, ni saben lo bonito que es ser lo que somos": de raíz afrodescendiente.

Con voz suave cuenta su historia.

Ignacia Mendoza De la Rosa, originaria de la comunidad El Mirador, en Yanga, Veracruz, es la menor de 6 hermanos, hijos de padres mexicanos pero con rasgos raciales que los marcan como parte de una cultura diferente al común denominador de la región, la forma de los labios, el cabello rizado, el tono de la piel, la forma de la nariz entre otras características forman parte de esa denominación que por parte de sus abuelos han puesto a la familia en la mira de los que hoy llaman afrodescendientes.

Al preguntarle sobre si ha sido discriminada, con nostalgia y cierta timidez se remonta a su niñez para responder que eso es algo que la gente hace desde que era niña, sin embargo los valores que le fueron inculcados han sido los que le ayudan a no hacer caso a palabras externas.

“Siempre sucede que hay gente que discrimina, mi abuelo siempre me decía mírenme a mi, mi color, yo siempre voy a caminar con la frente en alto, orgulloso de lo que somos”.

Fotos Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba y Alberto Delgado | Diario de Xalapa

Nachita señala el tono de su piel y con alegría explica que su familia también lleva la raíz afrodescendiente en la sangre ya que sus hijos, sobrinos y nietos han heredado estos rasgos e incluso el más pequeño perfila a ser igual que el abuelo.

Familia trabajadora que radica en esta comunidad desde hace años un pueblo ubicado a unos kilómetros del centro de Yanga, sus abuelos se dedicaban a la elaboración de la panela y entre todos ayudaban en esta tradición que venía de generaciones; hoy, ella se dedica a vender productos femeninos, por lo que sale a la calle y, aunque comenta que ya son aceptados y no hay tanta discriminación, sí suele escuchar a sus espaldas a personas que le dicen "ahí va la negra", una expresión que en lugar de incomodarle a ella le llena de orgullo al conocer el peso de sus raíces.

Color y estilo de vida distintos

La negritud ha tomado un nuevo significado entre los y las adolescentes de Coyolillo quienes se sienten orgullosos de sus raíces africanas. Para ellos, ser negros representa tener una identidad extra que aporta no sólo un tono de piel distinto sino también tiro, alegría y una forma diferente de ver la vida.

Ubicado en el municipio de Actopan, a 40 kilómetros de la ciudad de Xalapa, Coyolillo, es un pueblo afromestizo en el que casi la totalidad de sus habitantes comparte raíces africanas.

Jesús Fernando Carreto López no titubea ni un segundo cuando se le pregunta sobre sus raíces y la afrodescendencia. Para el joven de 15 años, la herencia negra es un orgullo y el ser negro es sinónimo de la identidad que comparte con casi todo el pueblo. “Me alegra mucho ser afrodescendiente, ser negro”, señala.

El adolescente que cursa el segundo semestre en la Escuela Telesecundaria de Coyolillo asegura que fue a través de la escuela que fue conociendo “poco a poco” la historia de la llegada de esclavos africanos en la zona y la “liberación” que realizaron para asentarse en el lugar en el que ahora viven cerca de 3 mil habitantes.

Fotos Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba y Alberto Delgado | Diario de Xalapa

“Lo que sabemos es que los maltrataban, los lastimaban e incluso los mataban así que un día decidieron escapar y para refugiarse huyeron a las montañas, o sea aquí, y aquí se pusieron a sembrar y a hacer sus jacalitos”, cuenta.

Sentado en la sala de su casa, Jesús platica lo que ha aprendido de sus antepasados en las clases de historia. Por momentos titubea en algunos datos, se ríe de su error y vuelve a la conversación. Detrás de él, cientos de fotografías familiares dejan claro que toda su familia comparte los rasgos físicos de la afrodescendencia: piel morena, ojos grandes y cabello rizado. “Yo hablo mucho pero eso también es una característica de la gente de aquí y de nuestras raíces”, señala.

Para él, la parte favorita de la historia de la esclavitud de sus antepasados es el hecho de que, los esclavos africanos que trabajaban en la hacienda de Almolonga utilizaran su único día libre al año para organizar una gran fiesta en la que bailaban enmascarados y disfrazados. Es esta tradición la que dio origen al Carnaval que año con año celebra Coyotillo. “Les encantaba la danza y nos sigue encantando porque aquí seguimos saliendo un día al año a las calles a bailar y a echar relajo. Ahora ya viene mucha más gente porque se enteraron que es muy alegre”.

Cuando se le pregunta por el carnaval, Jesús responde que le gusta tanto que incluso llegó a formar parte de la “realeza” en el año cuando sus primas lo inscribieron como Rey Infantil en 2013, hecho que disfrutó mucho y que lo hace pensar en que en unos años más podría repetir la experiencia pero ahora como Rey de la Alegría. “Me encantaría”.

Sin embargo, Jesús Fernando reconoce que también ha conocido la discriminación y los señalamientos por su color de piel, sobre todo cuando ha salido de Coyolillo. Cuenta que una de esas experiencias ocurrió en Xalapa, la capital del estado, en donde un grupo de jóvenes le gritaron “negrito Bimbo”. “Si sentí de pronto feo después les grite que sí, que yo era “moreno y orgulloso” y ya para no pelear con ellos seguí mi camino”.

Fotos Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba y Alberto Delgado | Diario de Xalapa

Ahora sí contamos

“Antes no sabíamos qué éramos, sabíamos que éramos diferentes a los demás pueblos pero no teníamos nombre. Ahora somos afromexicanos”, asegura orgullosa Maricruz Barradas Carranza.

Sentada en la sala de su casa, la mujer de 56 años se reconoce orgullosa descendiente de los esclavos africanos que desde el siglo XVII llegaron a esa zona sin embargo, asegura que es hasta ahora que ese orgullo tiene nombre y puede ser expresado en público sin temor a ser discriminados o segregados.

“Nos costó mucho que el gobierno volteara hacia nosotros y nos diera nuestra identidad. Siempre fuimos diferentes pero antes sólo sabíamos que éramos ‘coyoleños’ pero ahorita ya sabemos qué somos”, explica.

Incluso, cuenta que el personal del Inegi ya se encuentra en la localidad realizando el censo e incluyéndolos a ellos como parte de la población afrodescendiente del país. “Ya hasta vamos a contar” presume orgullosa y explica que todos en esperan que esta visibilidad estadística se refleje en políticas públicas en favor de los pueblos negros. “Pensamos que va a ser para mejorar y ojalá que tengamos más apoyo porque aquí es un pueblo en el que podríamos tener todo con un poco de ayuda y oportunidades”.

Fotos Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba y Alberto Delgado | Diario de Xalapa

Maricruz tiene el tono oscuro de piel y el cabello rizado, rasgos característicos de la población afrodescendiente. “Yo la verdad es que me siento muy bien de cómo soy, de ser de este pueblo”, reconoce.

No obstante, a pesar de que en el pueblo la gran parte de la población comparte sus rasgos, la mujer asegura conocer la discriminación en carne viva. Y es que, la negritud de los coyoleños es única en la región ya que el resto de los pueblos y localidades tienen la piel más clara. “A mí me han discriminado muchas veces por el color de mi piel y por mi hablado, por el tono que tengo” y reflexiona, “aunque por eso de que hablo mucho no me molesta. Hasta mis hijos me lo dicen”, indica.

Madre de 4 hijos varones, Maricruz ha trabajado durante los últimos años para sacarlos adelante. Al quedar sola, lo primero que buscó es trabajo en el campo en donde su condición de mujer la colocó en una posición vulnerable ya que, a pesar de trabajar más que sus pares varones recibía menor salario.

La falta de recursos económicos la hizo retomar en casa los conocimientos de medicina tradicional que adquirió desde niña con su mamá y sus abuelos.

“Yo aprendí medicina tradicional antes de cualquier otra cosa porque es algo que viene de mis abuelos, mi mamá y yo, vaya, de generación en generación”.

Con solo empezar a hablar de sus plantas, la mujer se dirige a la entrada de su casa en la que tiene un pequeño huerto de plantas como la ruda, albahaca, ‘vaporud’, ‘hierba de insulina’, entre otras. “Aquí estamos rodeados de plantas medicinales que pueden aliviar cualquier cosa”.

Doña Maricruz es una de las mujeres fundadoras de “Casa Coyolillo” una iniciativa comunitaria que nació hace más de 20 años y que se mantienen hasta la actualidad. Este proyecto busca exaltar el orgullo afromestizo en las nuevas generaciones.

Fue de esta casa de la que surgió un nuevo proyecto llamado “Afroraíz” y es una marca propia de la localidad negra a través de la que se va a vender productos como café molido, salsa macha y mole. Inaugurado el domingo de carnaval, “Afroraíz” está conformado por 22 mujeres que busca tener ingresos extras para su familia. “Ahorita en el carnaval nos fue muy bien y ya nos han invitado a las exposiciones y nos dijeron que nos van a seguir invitando. Esperamos que nos vayan bien y estamos muy animadas”, asegura.

Fotos Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba y Alberto Delgado | Diario de Xalapa

Baile con raíces

Naidelin Guadalupe López Carreto, reconoce la descendencia africana que tienen los habitantes de Coyolillo sin embargo, ella se siente más cómoda con el término “afromexicana” ya que con ese se identifica a quienes conservan raíces de africanos pero también tienen rasgos de los pueblos originarios de México.

La joven adolescente también se siente orgullosa de la historia de su localidad y por los rasgos físicos que comparten todos los habitantes de la zona. “Algunas personas tienen o tenemos más o menos los rasgos pero todos somos afromexicanos con diferentes mezclas”, dice.

Naidelin Guadalupe, forma parte de un grupo de jóvenes coyoleños que, a través de la danza, buscan reapropiarse de la herencia que los esclavos africanos dejaron en la región de Actopan. Agrupados en el ballet “Afrobalele”, los jóvenes han representado a Coyolillo en otros municipios y estados del país. “Sabemos qué es lo que significa la danza y hemos tenido la oportunidad de representar al pueblo afrodescendiente en otras partes”.

La joven señaló que, de manera particular fue hace cuatro años que interesó en saber no solo la historia de su pueblo sino también por retomar parte de la cultura africana. Fue así que conoció el proyecto de Casa Coyolillo y se incorporó al grupo de danza con el que ya ha viajado a la Ciudad de México, Puerto de Veracruz y al Encuentro de Pueblos Negros.

Fotos Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba y Alberto Delgado | Diario de Xalapa



Con información de Karla Cancino | Diario de Xalapa

YANGA, Ver.- "Son las costumbres, la cultura, donde naces y donde creces lo que te hace reconocer tu raíz, el color de la piel no es lo que va a hacerte afrodescendiente", afirma Edith Calderón Trujillo, quien forma parte del Consejo Afro de Yanga.

Con gran interés en sus raíces, proactiva, intenta conseguir reconocimiento para su raza, así es esta joven locutora que, a sus 30 años, participa y se documenta para explicar la importancia del movimiento afro, e incluso menciona que de no ser por Yanga gran parte de la historia de México no habría llegado a ser como la conocemos ahora.

"Sensibilización, concientización e información es lo que falta, porque la discriminación sigue estando presente, yo misma he sufrido de esta situación, por ejemplo hay quienes me dicen estás muy bonita a pesar de ser negrita", a pesar de que se ha tratado de vivir en igualdad y reconocer como una raza a esta comunidad la sociedad tiene aún muy marcado la relevancia en un color de piel, explica Calderón Trujillo.

"Todos los negros somos afrodescendiente, sin embargo no todos los afrodescendientes son negros, es importante en la afrodescendencia la parte de empoderamiento y el reconocimiento, hoy en día es difícil que la gente se reconozca como tal, en mismo Yanga las personas dicen que sí por compromiso más no porque así se consideren".

Son factores como la falta de conocimiento lo que afecta a que la gente del municipio conozca parte de su cultura ya que hasta la fecha no se tiene un proyecto cimentado en el que la gente sepa, conozca y difunda parte de su historia, expresa dejando en claro que el orgullo por sus raíces es algo que vive en su familia.

Ahí va la negra

Recordando su infancia, con la mirada perdida y sonriendo al hablar de su abuelo, Nachita platica cómo su color de piel le ha causado alegrías y diferencias por parte de algunas personas que como ella lo comenta "no conocen, ni saben lo bonito que es ser lo que somos": de raíz afrodescendiente.

Con voz suave cuenta su historia.

Ignacia Mendoza De la Rosa, originaria de la comunidad El Mirador, en Yanga, Veracruz, es la menor de 6 hermanos, hijos de padres mexicanos pero con rasgos raciales que los marcan como parte de una cultura diferente al común denominador de la región, la forma de los labios, el cabello rizado, el tono de la piel, la forma de la nariz entre otras características forman parte de esa denominación que por parte de sus abuelos han puesto a la familia en la mira de los que hoy llaman afrodescendientes.

Al preguntarle sobre si ha sido discriminada, con nostalgia y cierta timidez se remonta a su niñez para responder que eso es algo que la gente hace desde que era niña, sin embargo los valores que le fueron inculcados han sido los que le ayudan a no hacer caso a palabras externas.

“Siempre sucede que hay gente que discrimina, mi abuelo siempre me decía mírenme a mi, mi color, yo siempre voy a caminar con la frente en alto, orgulloso de lo que somos”.

Fotos Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba y Alberto Delgado | Diario de Xalapa

Nachita señala el tono de su piel y con alegría explica que su familia también lleva la raíz afrodescendiente en la sangre ya que sus hijos, sobrinos y nietos han heredado estos rasgos e incluso el más pequeño perfila a ser igual que el abuelo.

Familia trabajadora que radica en esta comunidad desde hace años un pueblo ubicado a unos kilómetros del centro de Yanga, sus abuelos se dedicaban a la elaboración de la panela y entre todos ayudaban en esta tradición que venía de generaciones; hoy, ella se dedica a vender productos femeninos, por lo que sale a la calle y, aunque comenta que ya son aceptados y no hay tanta discriminación, sí suele escuchar a sus espaldas a personas que le dicen "ahí va la negra", una expresión que en lugar de incomodarle a ella le llena de orgullo al conocer el peso de sus raíces.

Color y estilo de vida distintos

La negritud ha tomado un nuevo significado entre los y las adolescentes de Coyolillo quienes se sienten orgullosos de sus raíces africanas. Para ellos, ser negros representa tener una identidad extra que aporta no sólo un tono de piel distinto sino también tiro, alegría y una forma diferente de ver la vida.

Ubicado en el municipio de Actopan, a 40 kilómetros de la ciudad de Xalapa, Coyolillo, es un pueblo afromestizo en el que casi la totalidad de sus habitantes comparte raíces africanas.

Jesús Fernando Carreto López no titubea ni un segundo cuando se le pregunta sobre sus raíces y la afrodescendencia. Para el joven de 15 años, la herencia negra es un orgullo y el ser negro es sinónimo de la identidad que comparte con casi todo el pueblo. “Me alegra mucho ser afrodescendiente, ser negro”, señala.

El adolescente que cursa el segundo semestre en la Escuela Telesecundaria de Coyolillo asegura que fue a través de la escuela que fue conociendo “poco a poco” la historia de la llegada de esclavos africanos en la zona y la “liberación” que realizaron para asentarse en el lugar en el que ahora viven cerca de 3 mil habitantes.

Fotos Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba y Alberto Delgado | Diario de Xalapa

“Lo que sabemos es que los maltrataban, los lastimaban e incluso los mataban así que un día decidieron escapar y para refugiarse huyeron a las montañas, o sea aquí, y aquí se pusieron a sembrar y a hacer sus jacalitos”, cuenta.

Sentado en la sala de su casa, Jesús platica lo que ha aprendido de sus antepasados en las clases de historia. Por momentos titubea en algunos datos, se ríe de su error y vuelve a la conversación. Detrás de él, cientos de fotografías familiares dejan claro que toda su familia comparte los rasgos físicos de la afrodescendencia: piel morena, ojos grandes y cabello rizado. “Yo hablo mucho pero eso también es una característica de la gente de aquí y de nuestras raíces”, señala.

Para él, la parte favorita de la historia de la esclavitud de sus antepasados es el hecho de que, los esclavos africanos que trabajaban en la hacienda de Almolonga utilizaran su único día libre al año para organizar una gran fiesta en la que bailaban enmascarados y disfrazados. Es esta tradición la que dio origen al Carnaval que año con año celebra Coyotillo. “Les encantaba la danza y nos sigue encantando porque aquí seguimos saliendo un día al año a las calles a bailar y a echar relajo. Ahora ya viene mucha más gente porque se enteraron que es muy alegre”.

Cuando se le pregunta por el carnaval, Jesús responde que le gusta tanto que incluso llegó a formar parte de la “realeza” en el año cuando sus primas lo inscribieron como Rey Infantil en 2013, hecho que disfrutó mucho y que lo hace pensar en que en unos años más podría repetir la experiencia pero ahora como Rey de la Alegría. “Me encantaría”.

Sin embargo, Jesús Fernando reconoce que también ha conocido la discriminación y los señalamientos por su color de piel, sobre todo cuando ha salido de Coyolillo. Cuenta que una de esas experiencias ocurrió en Xalapa, la capital del estado, en donde un grupo de jóvenes le gritaron “negrito Bimbo”. “Si sentí de pronto feo después les grite que sí, que yo era “moreno y orgulloso” y ya para no pelear con ellos seguí mi camino”.

Fotos Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba y Alberto Delgado | Diario de Xalapa

Ahora sí contamos

“Antes no sabíamos qué éramos, sabíamos que éramos diferentes a los demás pueblos pero no teníamos nombre. Ahora somos afromexicanos”, asegura orgullosa Maricruz Barradas Carranza.

Sentada en la sala de su casa, la mujer de 56 años se reconoce orgullosa descendiente de los esclavos africanos que desde el siglo XVII llegaron a esa zona sin embargo, asegura que es hasta ahora que ese orgullo tiene nombre y puede ser expresado en público sin temor a ser discriminados o segregados.

“Nos costó mucho que el gobierno volteara hacia nosotros y nos diera nuestra identidad. Siempre fuimos diferentes pero antes sólo sabíamos que éramos ‘coyoleños’ pero ahorita ya sabemos qué somos”, explica.

Incluso, cuenta que el personal del Inegi ya se encuentra en la localidad realizando el censo e incluyéndolos a ellos como parte de la población afrodescendiente del país. “Ya hasta vamos a contar” presume orgullosa y explica que todos en esperan que esta visibilidad estadística se refleje en políticas públicas en favor de los pueblos negros. “Pensamos que va a ser para mejorar y ojalá que tengamos más apoyo porque aquí es un pueblo en el que podríamos tener todo con un poco de ayuda y oportunidades”.

Fotos Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba y Alberto Delgado | Diario de Xalapa

Maricruz tiene el tono oscuro de piel y el cabello rizado, rasgos característicos de la población afrodescendiente. “Yo la verdad es que me siento muy bien de cómo soy, de ser de este pueblo”, reconoce.

No obstante, a pesar de que en el pueblo la gran parte de la población comparte sus rasgos, la mujer asegura conocer la discriminación en carne viva. Y es que, la negritud de los coyoleños es única en la región ya que el resto de los pueblos y localidades tienen la piel más clara. “A mí me han discriminado muchas veces por el color de mi piel y por mi hablado, por el tono que tengo” y reflexiona, “aunque por eso de que hablo mucho no me molesta. Hasta mis hijos me lo dicen”, indica.

Madre de 4 hijos varones, Maricruz ha trabajado durante los últimos años para sacarlos adelante. Al quedar sola, lo primero que buscó es trabajo en el campo en donde su condición de mujer la colocó en una posición vulnerable ya que, a pesar de trabajar más que sus pares varones recibía menor salario.

La falta de recursos económicos la hizo retomar en casa los conocimientos de medicina tradicional que adquirió desde niña con su mamá y sus abuelos.

“Yo aprendí medicina tradicional antes de cualquier otra cosa porque es algo que viene de mis abuelos, mi mamá y yo, vaya, de generación en generación”.

Con solo empezar a hablar de sus plantas, la mujer se dirige a la entrada de su casa en la que tiene un pequeño huerto de plantas como la ruda, albahaca, ‘vaporud’, ‘hierba de insulina’, entre otras. “Aquí estamos rodeados de plantas medicinales que pueden aliviar cualquier cosa”.

Doña Maricruz es una de las mujeres fundadoras de “Casa Coyolillo” una iniciativa comunitaria que nació hace más de 20 años y que se mantienen hasta la actualidad. Este proyecto busca exaltar el orgullo afromestizo en las nuevas generaciones.

Fue de esta casa de la que surgió un nuevo proyecto llamado “Afroraíz” y es una marca propia de la localidad negra a través de la que se va a vender productos como café molido, salsa macha y mole. Inaugurado el domingo de carnaval, “Afroraíz” está conformado por 22 mujeres que busca tener ingresos extras para su familia. “Ahorita en el carnaval nos fue muy bien y ya nos han invitado a las exposiciones y nos dijeron que nos van a seguir invitando. Esperamos que nos vayan bien y estamos muy animadas”, asegura.

Fotos Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba y Alberto Delgado | Diario de Xalapa

Baile con raíces

Naidelin Guadalupe López Carreto, reconoce la descendencia africana que tienen los habitantes de Coyolillo sin embargo, ella se siente más cómoda con el término “afromexicana” ya que con ese se identifica a quienes conservan raíces de africanos pero también tienen rasgos de los pueblos originarios de México.

La joven adolescente también se siente orgullosa de la historia de su localidad y por los rasgos físicos que comparten todos los habitantes de la zona. “Algunas personas tienen o tenemos más o menos los rasgos pero todos somos afromexicanos con diferentes mezclas”, dice.

Naidelin Guadalupe, forma parte de un grupo de jóvenes coyoleños que, a través de la danza, buscan reapropiarse de la herencia que los esclavos africanos dejaron en la región de Actopan. Agrupados en el ballet “Afrobalele”, los jóvenes han representado a Coyolillo en otros municipios y estados del país. “Sabemos qué es lo que significa la danza y hemos tenido la oportunidad de representar al pueblo afrodescendiente en otras partes”.

La joven señaló que, de manera particular fue hace cuatro años que interesó en saber no solo la historia de su pueblo sino también por retomar parte de la cultura africana. Fue así que conoció el proyecto de Casa Coyolillo y se incorporó al grupo de danza con el que ya ha viajado a la Ciudad de México, Puerto de Veracruz y al Encuentro de Pueblos Negros.

Fotos Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba y Alberto Delgado | Diario de Xalapa



Con información de Karla Cancino | Diario de Xalapa

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