PUEBLA.- "Mi vida es muy triste en Guatemala; estoy sola con mi hermana. Yo quería estar feliz con mis papás, pero no se me cumplió mi sueño", dijo Ana Cristina, una pequeña indocumentada de 16 años, que junto a su hermana de siete, esperan en la Casa del Migrante Adolescente de Puebla en lo que se resuelve su situación migratoria.
Los adolescentes migran de sus países por tres factores principales: reunirse con la familia, buscar un trabajo para mejorar su estilo de vida y por la violencia e inseguridad que viven en su país.
Ese es el caso de Ana Cristina, quien a pesar de estar consciente de los peligros a los que está expuesta en su viaje, su deseo por reunirse con sus padres -a los que no ve desde hace más de 10 años- es mucho más fuerte.
El 13 de marzo de este año dio inicio el proyecto de la Casa del Migrante Adolescente, un modelo de apoyo y protección único en el país. Maricruz Ríos Beltrán, encargada de la casa, asegura que 100% de los jóvenes llegan con cuadros de desnutrición, infecciones en la vías respiratorias y urinarias, e incluso algunos presentan llagas en los pies por los largos días que llevan caminado para llegar a su destino.