/ viernes 16 de diciembre de 2022

Autocensura, no mordaza

En los estados del norte de México, el sueldo promedio de un reportero ronda entre los 8 mil y los 11 mil pesos, menos que otras profesiones

Ante la ausencia de medios de comunicación por el difícil acceso a algunos municipios de Sinaloa, pudiera considerarse que éstos se han convertido en verdaderas zonas de silencio para el periodismo. Sin embargo, la precariedad laboral también ha jugado un papel importante para que los comunicadores abandonen el oficio.

Iván, periodista sinaloense que estuvo en el exilio durante unos meses debido a amenazas del crimen organizado, considera que también la presencia de estos grupos en zonas inaccesibles complica la labor periodística.

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Sin embargo, explica que la presencia de grupos criminales en sí misma no es un factor determinante para que se creen zonas de silencio, pues si bien en las zonas serranas de Sinaloa existe un mayor control, en las ciudades su ritmo es diferente y coexisten con los medios de comunicación.

“El factor del narcotráfico en Sinaloa no ha influido al grado de silenciar completamente un medio. El antecedente más fuerte que hubo en estos años fue el asesinato de Javier Valdez, sin embargo, contrario de silenciar a su periódico, consideramos que potenció su voz. Sí silenciaron a Javier pero potencializaron la voz de Ríodoce, su influencia se mantiene”, asegura.

Otro antecedente fue el asesinato del periodista Humberto Millán, en 2011, donde su medio sí fue silenciado pero luego César Millán, hijo de Humberto, retomó el proyecto de A Discusión, por lo que no puede considerarse que sea un medio silenciado.

Otro factor determinante para que los periodistas dejen el gremio son las condiciones precarias que predominan en el sector periodístico, lo cual a su vez obliga a los medios de comunicación a desaparecer, afirma Iván.

“Si bien no hay un antecedente de cuántos medios han tenido que cerrar por estas condiciones, la precariedad laboral ha golpeado a las y los periodistas en Sinaloa”, considera este periodista exiliado quien afirma que, si bien el crimen organizado juega un papel importante para silenciar a los periodistas, las condiciones laborales tienen el mismo peso.

En los estados del norte de México, el sueldo promedio de un reportero ronda entre los 8 mil y los 11 mil pesos, menos que otras profesiones, donde el salario promedio oscila entre los 12 y los 15 mil pesos.

Si bien existen zonas donde no hay presencia de medios de comunicación, como el municipio de Badiraguato, estas no se pueden considerar agujeros negros, pues los únicos casos que no se publican son aquellos donde no se conoce la información.

“Si los periodistas en Culiacán tenemos información de enfrentamientos en la zona de Badiraguato, la publicamos. Es decir, los medios en Sinaloa no hemos tenido una mordaza. Sí el temor, pero más que zonas de silencio se trata de autocensura, por lo que los temas del narcotráfico se tocan con tiento”, explica.

Esta dinámica, señala, no es exclusiva de un periodista o un medio de comunicación, sino que por sentido común en todos los medios profesionales se tiene que cuidar en cuestiones de inseguridad.

En Sinaloa, el silencio forzado de un periodista se produce con su asesinato, como es el caso del periodista Luis Enrique Ramírez, pero el medio de comunicación que él dirigía continúa con sus actividades siete meses después de que el crimen tuviera lugar.

Ante la ausencia de medios de comunicación por el difícil acceso a algunos municipios de Sinaloa, pudiera considerarse que éstos se han convertido en verdaderas zonas de silencio para el periodismo. Sin embargo, la precariedad laboral también ha jugado un papel importante para que los comunicadores abandonen el oficio.

Iván, periodista sinaloense que estuvo en el exilio durante unos meses debido a amenazas del crimen organizado, considera que también la presencia de estos grupos en zonas inaccesibles complica la labor periodística.

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Sin embargo, explica que la presencia de grupos criminales en sí misma no es un factor determinante para que se creen zonas de silencio, pues si bien en las zonas serranas de Sinaloa existe un mayor control, en las ciudades su ritmo es diferente y coexisten con los medios de comunicación.

“El factor del narcotráfico en Sinaloa no ha influido al grado de silenciar completamente un medio. El antecedente más fuerte que hubo en estos años fue el asesinato de Javier Valdez, sin embargo, contrario de silenciar a su periódico, consideramos que potenció su voz. Sí silenciaron a Javier pero potencializaron la voz de Ríodoce, su influencia se mantiene”, asegura.

Otro antecedente fue el asesinato del periodista Humberto Millán, en 2011, donde su medio sí fue silenciado pero luego César Millán, hijo de Humberto, retomó el proyecto de A Discusión, por lo que no puede considerarse que sea un medio silenciado.

Otro factor determinante para que los periodistas dejen el gremio son las condiciones precarias que predominan en el sector periodístico, lo cual a su vez obliga a los medios de comunicación a desaparecer, afirma Iván.

“Si bien no hay un antecedente de cuántos medios han tenido que cerrar por estas condiciones, la precariedad laboral ha golpeado a las y los periodistas en Sinaloa”, considera este periodista exiliado quien afirma que, si bien el crimen organizado juega un papel importante para silenciar a los periodistas, las condiciones laborales tienen el mismo peso.

En los estados del norte de México, el sueldo promedio de un reportero ronda entre los 8 mil y los 11 mil pesos, menos que otras profesiones, donde el salario promedio oscila entre los 12 y los 15 mil pesos.

Si bien existen zonas donde no hay presencia de medios de comunicación, como el municipio de Badiraguato, estas no se pueden considerar agujeros negros, pues los únicos casos que no se publican son aquellos donde no se conoce la información.

“Si los periodistas en Culiacán tenemos información de enfrentamientos en la zona de Badiraguato, la publicamos. Es decir, los medios en Sinaloa no hemos tenido una mordaza. Sí el temor, pero más que zonas de silencio se trata de autocensura, por lo que los temas del narcotráfico se tocan con tiento”, explica.

Esta dinámica, señala, no es exclusiva de un periodista o un medio de comunicación, sino que por sentido común en todos los medios profesionales se tiene que cuidar en cuestiones de inseguridad.

En Sinaloa, el silencio forzado de un periodista se produce con su asesinato, como es el caso del periodista Luis Enrique Ramírez, pero el medio de comunicación que él dirigía continúa con sus actividades siete meses después de que el crimen tuviera lugar.

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