El drama, luto, dolor y muerte que deja el Covid-19 entre los empleados de la industria turística, se ha convertido una carga emocional que sufren miles de trabajadores que han contagiado a su familia y que han sufrido la pérdida de uno de ellos.
Jorge N, mesero de uno de los hoteles de este centro turístico, que se contagió de Covid, se ha recuperado de la enfermedad y vuelto a su centro de trabajo, pero ya nada es igual.
Jorge se levanta cada mañana para ir a trabajar, pero hora lo hace con esa carga emocional y lucha por superar el sentimiento de culpa, un proceso que cree será largo para adaptarse a la vida después de perder a su madre a quien contagió de Covid.
Su esposa, también se contagió, “ya no quería regresar a trabajar, pero tengo que mantener a mi familia y donde quiera que vaya a trabajar hay ese riesgo de volver a contagiarme”.
Jorge sabe que nuevamente se expone al “asesino silencioso”. No solo yo contagié a mi familia, muchos compañeros han contagiado a sus familias y han muerto, “estamos llevando el bicho a casa, porque no estamos protegidos con vacunas y el equipo indispensable para protegernos del contacto con los huéspedes.
Alerta que hay un “foco rojo” en los hoteles, que los contagios y número de compañeros que enferman y se van de incapacidad por la enfermedad es alto, pero no trasciende.
Jorge no quiere hablar más de esta experiencia, no sabe si es culpa, viaja triste a su trabajo consciente de que ahora debe cuidarse más para no exponer a su esposa y a sus hijos.
Siente que el agotamiento es mayor, hay un cansancio que se junta con la tristeza cuando vuelve a casa, es inexplicable dice.
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En ese estado de aflicción y tristeza, Jorge pide a sus compañeros de trabajo que se cuiden, ya que son muchos casos como el suyo; con resignación y un movimiento de hombros, afirma que no queda de otra que cuidarse y aprender a vivir con la pandemia.
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