CULIACÁN. A una semana de que el narco tomara Culiacán en cuestión de minutos y las acciones de las Fuerzas Armadas y cuerpos de policías estatales y municipales fallaran, los culiacanenses han tratado de recobrar el ritmo de sus vidas aún con el nerviosismo por el estruendo de las armas de fuego que resonaban el pasado jueves en la ciudad.
Vendedores ambulantes, restaurantes, tiendas grandes, taxistas y choferes de camiones urbanos que estuvieron en la zona de guerra salen a las calles a laborar y tratar de hacer un borrón y cuenta nueva del horror que fue estar en manos del narco.
El taxista Jesús Miguel, con base a un costado de Catedral, frente a la avenida Álvaro Obregón, expresó: “nosotros somos gente trabajadora, no gente violenta y hay que seguir adelante, no queda de otra, hay que trabajar”.
Él vivió el peligro al trasladar a pasajeros a sus hogares y tener que pasar por los puentes y bulevares que el pasado jueves se convirtieron en un campo de batalla.
María de Lourdes, quien se dedica a la venta de flores en la calle Domingo Rubí, bajó la cortina de su negocio y refugió personas que llegaron corriendo a su local, por un lapso de tres horas.
“Se puso muy feo, desde aquí en la florería miramos que la gente corría llorando, en eso, se acercó una persona a contarnos que hombres armados habían subido al camión en el que iba, bajaron a la gente y mataron al chofer”, platicó.
La incertidumbre de si volverá a pasar un hecho así, persigue a la ciudadanía, sin embargo, las autoridades, como el alcalde Jesús Estrada Ferreiro, continúan diciendo que “todo sigue igual, aquí no ha pasado nada y que no volverá a suceder” y algunos culiacanenses prefieren aferrarse a esa idea.
“Nunca había visto algo así, pero yo creo que nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador tomó la mejor decisión, si no hubieran soltado al hijo de El Chapo Guzmán, más muertos habrían sido”, dijo el trabajador del volante Jesús Miguel.