Una línea de tiempo trazada por la Secretaría de la Defensa Nacional muestra cómo vivieron los militares minuto a minuto el Culiacanazo del 17 de octubre de 2019, cuando el gobierno mexicano intentó capturar por primera vez a Ovidio Guzmán López, “El Ratón”. A cuatro años de aquella “batalla”, surgen algunos detalles nunca revelados como la reunión previa de comandantes en la Novena Zona Militar.
Además, relata cómo posiblemente Ovidio salió del domicilio sitiado en un auto particular, escoltado por una caravana del mismo Ejército, a la hora en que las balaceras habían cesado, así como el secuestro de seis militares, el asesinato de dos carpinteros y la toma de rehenes de los custodios del penal de Aguaruto cuyo número de evadidos quedó en 47 al regresar cuatro.
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Un documento obtenido los archivos de la SEDENA hackeado por Guacamaya, registra que todo comenzó aquel día a las 10:20 de la mañana (hora local), cuando un coronel de Infantería que tenía el grado de Inspector General de la Guardia Nacional (GN), se presentó ante el general de brigada DEM, José Luis Valdez Chávez, quien en ese momento era el comandante de la Tercera Coordinación Territorial de la GN (que abarca Sinaloa y Durango).
Le ordenó acudir a la Novena Zona Militar para una reunión con el general brigadier DEM, Héctor Ávila Alcocer, entonces jefe del Estado Mayor de la Zona, quien le explicó que participaría en un operativo en Culiacán. Para ello, se movilizó al comandante del 94 Batallón de Infantería, al del 39 batallón de la Guardia Nacional y dos oficiales más desconocidos. Diez minutos después, sobre las 12:40 horas, el comandante de la Novena Zona fijó como hora de salida del cuartel la 1:40 de la tarde.
Estalla la guerra
El movimiento de tropas no pasó desapercibido para los “punteros”. A las 01:25 de la tarde ya estaba rodeado el domicilio de la calle José Muro Pico del fraccionamiento Los Cisnes, eran las primeras personas armadas en vehículos cerrados color blanco.
Cámaras de seguridad de la zona filmaron cómo bajaron sus fusiles y atravesaron una camioneta SUV. Era la 1:33 hora local. Todo estaba dispuesto para la embestida de esta operación que resultaría fallida a plena luz del día.
De pronto, a las puras 2:03, comenzaron los disparos. Sobre el bulevar Enrique Sánchez Alonso, cerca de la casa de Ovidio, elementos del 94 Batallón de Infantería fueron agredidos por sicarios en dos camionetas de redilas con fusiles calibre .50 empotrados, así como un unidad cerrada con logotipos de una compañía de teléfonos.
Dos minutos después, un convoy de la Guardia Nacional recibió fuego a discreción en el cruce de Universitarios y Sánchez Alonso. Tres minutos más tarde arribaron personas armadas a la Caseta de Cobro de Costa Rica. Iban en un Jeep Sahara rojo, una Suburban blanca y otra negra.
Ahí toman tres tráilers para obstruir los carriles de la carretera a Culiacán. A las 2:17 de la tarde, con el Ejército bajo asedio, Ovidio Guzmán salió con las manos en alto, quitándose la cachucha, mientras hablaba por celular con su hermano Iván Archivaldo para que parara el fuego desatado.
Intensifican ataque
Con Ovidio rendido, Iván Archivaldo pasó al siguiente nivel. A las 2:47, es decir, media hora después, un convoy de militares fue desarmado en la caseta de Costa Rica, ahí robaron dos vehículos del Ejército y tomaron a 6 soldados como rehenes. De esta acción, la FGR elaboró el retrato robot de uno de los autores de la toma del lugar.
Fue hasta las 3 de la tarde cuando se reportaron las primeras detonaciones en la Unidad Habitacional Militar 21 de Marzo. Los pistoleros lograron secuestrar allí a un sargento segundo de sanidad, el cual fue trasladado en un Jeep que abandonaron cerca de Ciudad Universitaria. A las 3:38 se activó el código rojo en el penal de Aguaruto por fuga de reos. Los evadidos tomaron de rehenes a dos custodios de barandilla, a otro de la reja de administración, a tres más del callejón y luego despojaron de las llaves al custodio de la puerta de salida.
“Al jefe de seguridad lo encañonaron con un arma corta y le dijeron que se lo llevarían como canje para que soltaran al señor”, señaló un testigo. “En la cancha de futbol aún seguían internos gritando que querían salir a pelear con el señor”, en referencia a Ovidio.
Tras la fuga masiva, el jefe de seguridad del penal se reorganizó con los elementos y solicitó refuerzos de la Policía Estatal. Mientras eso ocurría en Aguaruto, la caseta de cobro de Quilá fue tomada por gente armada. Los disturbios del penal se lograron controlar hasta las 4:20 de la tarde.
La muerte de los carpinteros
Dos de las víctimas inocentes de la batalla fueron dos carpinteros que esa tarde salieron de su lugar de trabajo cerca del estadio de Los Dorados y al circular en una Nissan estaquitas color blanco, quedaron atrapados en el fuego cruzado.
La SEDENA confirmó con videos de negocios aledaños, que los trabajadores, justo a las 4:50 de la tarde, se bajaron de la camioneta y se tiraron al piso, pero de frente quedó una camioneta militar cuyos soldados disparaban a los sicarios, un minuto más tarde entró un Rino del Ejército que impacta a otra unidad.
Un soldado que se ocultaba detrás de una camioneta tipo Mercedes Benz, salió y al ver a los civiles tirados a un lado, les disparó a un par de metros de distancia. La SEDENA hasta la fecha, no ha aclarado estos posibles crímenes contra los civiles.
¿Ovidio se va escoltado?
Ocho horas después, llegó la calma. La SEDENA registró a las 18:55 horas la salida de un auto tipo sedán del garaje de la casa de Ovidio, el cual fue escoltado por patrullas policiacas y del Ejército, y aunque no se explica si ahí iba “El Ratón”, en ningún otro momento de la línea de tiempo, se aclara cómo fue que se retiró el hijo del Chapo del lugar.
A partir de esa hora, las balaceras cesaron. Llegó el infierno de la calma aparente, carros baleados, otros calcinados, cuerpos esparcidos. El saldo oficial a ese momento: un soldado muerto en el cruce Sánchez Alonso y Universitarios.
Frente al estadio, por el Enrique Cabrera, cuatro cuerpos calcinados en una camioneta civil, otros tres más Sánchez Alonso abajo y un noveno cuerpo en Obregón, en la colonia Gabriel Leyva. A ellos se sumaron los dos jóvenes carpinteros asesinados presuntamente por un soldado.
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La última hora que registró la SEDENA fueron las 22:20 horas. Dos reos fugados volvieron por pie propio al penal y dos más estaban adentro. La cifra de la fuga más grande del noroeste del país quedó en 47 evadidos.
Publicada originalmente en El Sol de Sinaloa