La adicción a la droga conocida como cristal que tanto Ana Laura como su esposo Ever Godoy consumían fue, para sus familiares cercanos, uno de los factores catalizadores de la tragedia en la cual perdieron la vida la joven madre de 27 años y sus tres hijas pequeñas de siete, cinco y dos años de edad.
Ambos esposos eran consumistas y su adicción los llevó a descuidar por completo a las niñas, a tal punto que los abuelos paternos eran quienes las procuraban para que no les faltara de comer; incluso consideraban solicitar la intervención del DIF Municipal para que las entregaran a distintos parientes.
Margarita Álvarez, suegra de Ana Laura, comentó que su nuera cargaba con problemas desde la niñez, situación que la envolvió en las droga y poco a poco la joven comenzó perder el control de sus impulsos.
“Se volvió más loca”, dijo doña Margarita, quien narró además que Ana Laura exhibía un comportamiento cada vez más agresivo que la llevaba a maltratar a sus propias hijas. Aseguró que entre sus "arrranques de ira" le daba por destruir objetos.
Ante la difícil situación, intentó convencerla de acudir al psicólogo o al siquiatra para conseguir ayuda, sin embargo, no logró persuadirla.
Los hechos empeoraron ya que la joven madre comenzó a sufrir de alucinaciones y a tener ideaciones suicidas conforme crecía su adicción al cristal.
A veces hablaba en la madrugada, decía que las querían matar a ella y a las niñas, que andaba gente rondando afuera de la casa… gritaba que a sus niñas las estaban matandoJavier Godoy, abuelo paterno de las pequeñas.
Don Javier, abuelo de las menores, recordó también que en otra ocasión su nuera intentó suicidarse en el baño ahorcándose con un mecate blanco de la luz, pero la intervención oportuna de su esposa frustró sus planes.
Sonia Álvarez, tía de Ever Godoy y quien es trabajadora social, relató que Ana Laura ya había amenazado con privar de la vida a las pequeñas, pero falló gracias a la intervención de una familiar.
Asimismo, destacó que la relación entre su sobrino y su pareja "era tormentosa", en parte debido a que consumían drogas. Los dos se agredían mutuamente pero ella era quien denunciaba la violencia que se vivía y respiraba casi a diario en el hogar.
“Él no quería denunciarla, los dos se pegaban… No quisieron ver ni buscar ayuda. Ella (Ana Laura) denunciaba pero retiraba la demanda, vivían un círculo vicioso”, lamentó Sonia Álvarez, quien durante su carrera ha atendido infinidad de pacientes con problemas de adicción.
Al igual que los padres de Ever, Sonia reconoció que su sobrino lucha contra su adicción, últimamente “le echaba ganas” y asistía a un grupo de AA. También había conseguido un trabajo estable, con la ilusión de cumplir el año y adquirir un crédito Infonavit para darle casa a su esposa e hijas.
“Querían darse otra oportunidad... iba a depositarle dinero a su mujer cuando pasó todo”, afirmó la tía del joven padre de familia.
Sin embargo, su sueño de vivir feliz al lado de sus seres queridos se volvió pedazos la mañana del viernes, cuando se enteró de la muerte de su esposa y sus hijas.