Martha Chamorro recuerda que hace 17 años la escuelita en la que sirve de intendente, comenzó con unos salones desnudos y terreno abierto; los arbolitos de ciruelo apenas retoñaban.
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Le duele el recuerdo porque las carencias habían quedado atrás; pero la pandemia de Covid-19 le arrebató jardines, mesabancos y los suspiros.
"Estaba chulo aquí, ahora parece una escuela del terror", expresa Martha para referirse al abandono del plantel de preescolar, ubicado en el barrio de San Salvador en la delegación de San Cristóbal Huichochitlán, al norte de Toluca.
La escuelita padece su propia enfermedad con el abandono y el acecho de la delincuencia; durante este tiempo reportaron varios robos de mesas, sillas, herramienta e incluso paquetes de hojas.
También les cortaron el agua y la luz
"Se robaron una podadora, el ratero ya vivía aquí, hasta los papás vinieron a hacer guardia", explica la profesora Claudia, directora del plantel indígena.
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Martha y la profesora Claudia acudieron esta semana al plantel para organizar los primeros trabajos de limpieza. A Martha los papás le pagan un sueldo voluntario, pero ahora esas faenas las tendrán que realizar entre todos.
El preescolar indígena tiene un gran jardín con columpios, resvaladillas con pintura que se carcome con el sol, y árboles frutales. También hay un patio con una cancha de basquetbol al centro. El espacio en sí se puede imaginar agradable, pero por ahora el silencio y el polvo lo carcomen. Le han tirado el paso a las franelas y las tijeras de césped de Martha.
Ante la ausencia de los alumnos, los botes llenos de ramas secas y mesabancos empolvados han ganado espacio en la cancha. Aún en el pizarrón instalado en el pasillo, se puede leer el anuncio para una reunión de padres de familia que se hizo el año pasado.
"Hubiera venido hace unos días, estaba peor, mucho polvo y todo tirado", advierte Martha durante un recorrido por la escuela.
El espacio sirve para poco más de 100 niños. Ya hubo deserción de unos 20 alumnos, revela la directora. No ha sido algo aislado, en todo el estado la deserción escolar superó el 11 por ciento de la matrícula escolar.
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"Comenzó el rumor de que podríamos empezar en junio las clases", señala la profesora Claudia. Ante un inminente retorno a clases presenciales, hay poco con qué prepararse para recibir a 100 alumnos.
En la escuelita del barrio de San Salvador, debieron reunir colectas para rentar una podadora y un trabajador, también para adquirir cloro, escobas, traperos y cubetas, porque durante el año de ausencia se robaron todos los utensilios de limpieza.
"Estos salones deben volverse a pintar, hay que quitar todo eso para recibir al nuevo grupo", indica doña Martha.
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La profesora Claudia luce preocupa. Hace días envió varios oficios a la Secretaría de Educación y luego al ayuntamiento de Toluca para pedir material de limpieza, pero le informaron que por el momento no es prioridad. No hay fechas ciertas para un retorno a clases presenciales.
Las faenas tendrán que ser con recursos propios. "Pusimos una malla para que ya no se metieran a robar, eso fue con las cooperaciones que se hicieron", precisa la docente.
Martha Chamorro es por el momento la única voluntaria que se ha encargado de asear lo que puede con sus manos. Así lleva 15 días; apenas avanzó con las jardineras del patio.
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"Parecía selva esto", expresa la mujer con una risa sin dejar de mover sus manos con la franela y luego con las tijeras. Dice que no pudo antes, porque se contagió de Covid-19 y debió encerrarse un mes.
La labor será ardua en los siguientes mesas, estima la profesora Claudia. Y no hay certeza de cómo retornarán a clases. Mientras tanto, solo les queda hacer faenas y tratar de darle el rostro hogareño a su plantel.
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