Con la llegada de septiembre los productores y comerciantes de pirotecnia dan por iniciada su temporada alta, en la que las ventas de fuegos artificiales se disparan para conmemorar los festejos civiles como el Grito de Independencia o el Aniversario de la Revolución Mexicana, hasta las festividades religiosas como el Día de la Virgen de Guadalupe o la celebración de Navidad y Año Nuevo.
Productores del Estado de México, Hidalgo y Tlaxcala, principalmente, se encargan de surtir al resto de la República de cohetes, chifladores luces de bengala, castillos o toritos, pese a que autoridades recomiendan evitar su uso por el peligro que representan a la salud y al medio ambiente.
También, mucho material de este tipo entra ilegalmente al país desde Guatemala.
En el Estado de México, el municipio de Tultepec destaca por ser la capital nacional de la pirotecnia. Aquí, los talleres son la base de la economía de las familias.
Durante la temporada del Mes patrio la derrama económica, sólo de los 125 municipios del Estado de México, es de 62 millones de pesos aproximadamente, pues cada uno gasta alrededor de 500 mil pesos en pirotecnia para sus festejos.
Pese a que desde 1998 han ocurrido en Tultepec 50 explosiones, los artesanos del municipio continúan con la tradición de trabajar la pólvora.
En Hidalgo, el poblado La Blanca del municipio de Santiago de Anaya, lo mismo producen fuegos artificiales para fiestas patronales en el estado, que a nivel nacional para espectáculos musicales, sociales y hasta políticos.
Cohetes ilegales
A plena luz de día operan los traficantes del río Suchiate que pasan en operaciones hormiga, es decir, de a poco para no ser detectados, el material pirotécnico proveniente de Guatemala. Pasar cada caja con 30 kilogramos de cohetes por el río Suchiate cuesta 10 quetzales (alrededor de 20 pesos mexicanos), y una vez en México se comercializa a mayoristas a pocos metros del parque Miguel Hidalgo.
Restringen su uso en Puebla y Tlaxcala
A raíz de los sismos de septiembre de 2017 que afectaron templos históricos en Puebla y Tlaxcala, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) determinó restringir el uso de pirotecnia en las fiestas patronales, debido a que el impacto de las ondas sonoras sobre las estructuras debilitadas de los inmuebles.
Al ser muchas de estas iglesias patrimonio histórico del país, el INAH es la autoridad responsable de sus cuidado, mantenimiento y restauración. En Tlaxcala fueron 116 templos los que sufrieron afectaciones, 25 de los cuales presentaron daños graves.
En Puebla, 163 edificaciones religiosas sufrieron daños. Se perdieron inmuebles que datan del siglo XVII, como en el municipio de Chietla, en donde de 23 templos con daños, el INAH sólo puede restaurar seis.
Esto llevó a un desplome del 60% en las ventas de pirotecnia proveniente de Tlaxcala, quienes esperan recuperarse en esta temporada alta para ellos entre septiembre y diciembre.