LA ANTIGUA.- El poblado de La Antigua, que llevó el nombre de Villa Rica de la Vera Cruz, fue el lugar en el que Hernán Cortés y su fuerza expedicionaria desembarcaron el viernes 22 de abril de 1519.
La localidad ubicada en el municipio de Actopan, a 26 kilómetros del puerto de Veracruz, fue utilizada por los españoles como paso para llegar a Cempoala y Quiahuiztlan.
Los pobladores del lugar saben de la importancia de las leyendas para el turismo en La Antigua. Una de ellas narra que Cortés amarró sus naves en un árbol de ceiba. Sin embargo, este hecho fue rechazado por historiadores y algunos guías turistas certificados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), pues la mayor profundidad en esa parte del río es de cinco metros.
Miguel Ángel García Ramírez, guía turístico certificado por el INAH, relata la historia de este pueblo a los miles de visitantes que llegan cada año para disfrutar de los sitios con que se cuenta: la casa de Cortés, la ermita del Rosario, el edificio del primer Cabildo novohispano, la primera Aduana, la parroquia central frente a la plaza de armas y los cuarteles de Santa Ana.
Uno de los lugares que más atrae es la casa de Cortés, la cual también recibió los nombres de casa de la Contratación, palacio del Quinto Real y Caja Real porque su función principal fue el resguardo de bienes.
Dicho edificio se construyó en varias etapas, iniciando en 1523 con la intención de que Hernán Cortés viviera ahí, hecho que no se pudo consolidar porque en 1524 realizó el viaje de Tenochtitlan a Villa del Espíritu Santo, provincia de Coazacoalco. De allí pasó a Acalan, la región Cehache y Tayasal, para llegar finalmente a Las Hibueras, en Honduras, pues el objetivo era a castigar al capitán Cristóbal de Olid, que se había rebelado contra su autoridad.
Por error se consideró que Cortés había muerto, por lo que a su regreso al poblado en 1526 se percató de que la Villa Rica de la Vera Cruz se había fundado y establecido legalmente con una cédula real que en 1525 fue traída por Antonio de Mendoza y que fue expedida por Carlos I, rey de España.
Con ello el inmueble habría pasado al sistema administrativo, convirtiéndose en un espacio de resguardo de mercancías porque la aduana, que se habría instalado para el mismo fin, sufría constantes saqueos.
A la fecha sólo se cuenta con una cuarta parte del edificio original que se construyó durante 84 años. En la etapa inicial se utilizaron materiales: coral, cantera, ladrillo, piedra de laca, volcánica y de río, posteriormente se hizo uso de una argamasa creada con agua, arena y cal de piedra.
Al tomar el nombre de palacio del Quinto Real fue utilizado para el cobro de impuestos del servicio portuario, la compra y venta de esclavos.
La historia de los pobladores relata que en 1846 una inundación, provocada por un ciclón causó el estrago por el cual se abandonó el poblado y fue entonces que la vegetación pobló la estructura. A la fecha un árbol de amate es el poseedor del edificio, por lo que de ser retirado, el inmueble podría colapsar.
En la época vacacional diariamente acuden entre mil 500 visitantes y tres mil personas en un solo día. Esto, ya que también se cuenta con un área gastronómica, artesanías y un puente colgante que ha servido para la realización de películas.