IRAPUATO. Amalia, Sanjuana y Rebeca son tres mujeres guanajuatenses que aparte de compartir que son madres, tienen en común que desde hace un año no han visto a sus hijos. Las mamás no se conocían hasta hace un año, incluso, ni vivían en el mismo municipio. Pero sus hijos desaparecieron casi en las mismas circunstancias, como si hubiera una relación, como si se conocieran: los tres fueron privados de la libertad cuando volvían de sus respectivos trabajos. Hoy las tres comparten la esperanza de volver a ver a sus hijos... aunque sea convertidos en cadáveres, algo que saben que es más probable que suceda.
Amalia vive en la colonia Las Delicias, de Irapuato. El 13 de febrero de 2020 notó que algo raro había en el ambiente e incluso le dijo a su hijo Valentín, en ese entonces de 22 años, que no fuera a trabajar, que presentía algo, pero éste le dijo que todo estaba bien, que más tarde regresaba. Amalia le dio su bendición y un beso en la mejilla. Es el último recuerdo que tiene de Valentín.
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“Se fue a las 5:40 de la mañana, pues pasaba el camión por él a las 5:50 todos los días. Su regreso era a las 5:30 de la tarde, no le fallaba. Ese día dieron las 10 de la noche y no volvía”, comenta.
Fue hasta que Amalia fue a casa de Rodrigo, su compañero de trabajo, para preguntarle por Valentín. “Se lo llevaron a la fuerza en una camioneta”, le dijo.
Desde marzo de 2020, Amalia se unió a los colectivos de búsqueda de personas desparecidas que hay en el estado.
Sanjuana vive en la comunidad de la Aldea, en Silao. El 15 de septiembre de 2019, por la mañana, fue la última vez que vio a su hijo José Luis, antes de irse a trabajar en la tienda de abarrotes que acababa de abrir. A él lo privaron de la libertad cuando abría los candados del negocio con el que apenas tenía dos semanas.
Sanjuana ha pasado por todo: venció al cáncer, tuvo Covid-19 y lo superó, ha controlado su diabetes. Lo único que quiere es encontrar a su hijo para poder morirse.
A Rebeca le llegan cada dos semanas sobres con fotografías de cadáveres encontrados tanto en fosas como en parajes, para ver si alguno de ellos es su hijo.
Juan Carlos tenía 21 años cuando lo subieron a una camioneta a la fuerza. El 22 de julio de 2019 iba con rumbo a la Central de Abastos de Celaya. Desde ese día, Rebeca, madre de Juan Carlos, lo ha buscado día y noche.
En otros estados como Jalisco, activistas y familiares de personas desaparecidas colocaron fotografías de sus seres queridos en la Glorieta de los Desaparecidos en Guadalajara. Y en Nuevo León, madres de desaparecidos instalaron un plantón en la Explanada de los Héroes.
Jalisco, Michoacán, Ciudad de México, Tamaulipas, Nuevo León, Guanajuato, Sonora, Sinaloa, Zacatecas y el Edomex concentran 76.6 por ciento de las desapariciones en el país, sumando 85 mil personas, según la Secretaría de Gobernación.