Hay días en los que Claudia Carrizal, de 50 años de edad, no puede ni levantarse de su cama. Epiléptica, repleta de fibroadenomas en ambos senos, desempleada y víctima de violencia doméstica, todos los días pone de su mayor esfuerzo para sacar a su familia adelante.
Desde que inició la pandemia esta jefa de familia, se ha enfrentado a cientos de problemas económicos, complicaciones que han tenido grandes repercusiones en su salud y bienestar familiar.
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Claudia se quedó sin trabajo en plena crisis pandémica. Se empleaba para un supermercado que decidió finiquitarla debido a sus problemas de salud, ahora, nadie la contrata por su historial médico. Carece de atención por parte de las instituciones públicas de salud de la entidad y los tumores en sus senos cada día crecen más y le adolecen tanto, que le impiden realizar sus actividades diarias.
Hoy esta madre de familia, se enfrenta a una situación económica crítica, sin apoyo alguno, sobrevive apenas, gracias a la benignidad de las personas que conocen su historia, sin embargo la ayuda no es diaria.
Todas las mañanas se prepara para atender a sus hijos si sus enfermedades se lo permiten, pero si el dolor y el malestar se presentan en su débil cuerpo, son sus hijos los más pequeños (María Fernanda de 8 años y José Gerardo de 12 años), quienes se hacen cargo de ella.
María, le prepara un plato de papaya cuando Claudia ha podido costearla. Si no hay suficiente dinero para comprar fruta, solo su niña (como le llama) se mantiene al pendiente de sus necesidades, mientras José atiende un pequeño bazar que han montado de manera improvisada en la entrada de su humilde casa.
Pantalones, camisas, vestidos y bolsos de segunda mano rodean la habitación de Claudia.
La calle está desierta y no hay clientes que lleguen a asomarse. Sólo arriban personas con las mismas necesidades que su familia y ella se despoja de lo poco que tiene para ayudar a quien le solicita ropa para cubrirse del frío y hasta un peso para completar los pasajes.
Es la una de la tarde y apenas la familia juntó 35 pesos de una venta. Claudia los atesora pues sabe que eso puede significar una comida que compartirán sus hijos y ella.
El refrigerador está vacío como los estómagos de esta familia. “Estoy desesperada, hay días que no tenemos ni para comer. Tengo que pagar una renta de 2000 pesos por este espacio, no contamos con gas y por eso no usamos la estufa. Lo que comemos nos lo regalan. De mi medicamento sólo me queda lo último que me dieron desde hace meses”, expresó Caludia entre lágrimas.
La percepción económica que pueda tener la familia Carrizal, depende absolutamente de lo que vendan en su pequeño bazar. Si no venden no comen, y por ende no solventan sus gastos mensuales.
En ocasiones la pareja actual de Claudia les provee de ciertos alimentos que compran en la calle como, tacos, tortas, gorditas o hotcakes, pero esto no siempre es así. “Cuando nos va bien hacemos hasta dos comidas, almorzamos y comemos, o comemos y cenamos. Sólo nos ajusta para dos platos y de ahí nos alimentamos los tres. Pero casi siempre comemos una vez al día. Es muy raro que yo prepare algo, comúnmente no me alcanza a comprar mandado”.
Para esta familia no existe la canasta básica, viven al día. Sus hijos no conocen mucho de comida chatarra, porque aunque quisieran probarla no les ajusta para pagarla.
Claudia además padece hipoglucemia, lo que le ocasiona tener unos niveles muy bajos de azúcar en la sangre. Un refresco de cola es algo obligado en su hogar, se lo “chiquitea” entre pequeños tragos durante el transcurso del día, y en ocasiones un envase de 600 ml puede durarle una semana.
Comer carne roja es un alimento que ni siquiera lo contemplan en su lista de comida diaria, pues desde hace años no pueden pagar el precio para consumirla. Ahora con la contingencia sanitaria, su deseo más grande es poder saborear un buen caldo de pollo o unas milanesas empanizadas, pero no les alcanza.
“Mi hija Fer es la que más ganas tiene de comer un caldito de pollo, aunque sea una piernita. Pero ahorita no tenemos con qué. Desde hace días no vendemos en nuestro bazar y no creo que vendamos en los siguientes días, hoy comeremos unos hotcakes que nos trajeron”.
Depresión y desconsuelo inundan el alma de Claudia al saber su refrigerador en ceros, sin una alacena llena y platos vacíos sobre su mesa, “Me deprime mucho sabernos en esta situación, ver a la gente como anda sin cuidarse, como si la vida fuera así de fácil. Estoy enferma y aún así deseo trabajar para sacar a mis hijos adelante, pero no puedo por la contingencia y por mis padecimientos. Me siento triste y débil”.
Pero en medio de todo esta familia mantiene la esperanza y es gracias a las ganas de vivir que tiene Claudia, los deseos de sacar a sus hijos adelante y desmostrarse así misma que puede vencer cualquier obstáculo. “Mi motivante son mis hijos. No dejo decaer mi ánimo, aunque a veces me resulte complicado. Busco hacerme de rutinas y sobretodo continuar con la venta en mi pequeño bazar el que me ha sacado adelante. No pierdo la esperanza de que esta situación mejore y que más gente nos ayude”.
DATOS
-Hasta el año 2018 CONEVAL indicó que un total de 50.9% de la población potosina se encuentra en situación de pobreza.
-Coespo informó que debido a la contingencia sanitaria generada por el Covid-19 si se agravarían los índices de pobreza que se tienen en el país y en el estado.
-De acuerdo con un estudio realizado por Centro de Estudios Educativos y Sociales (CEES), en SLP se prevé el aumento 323 mil nuevos pobres, el 40 por ciento estarán en el umbral de la pobreza extrema, mientras que el 33 por ciento se ubicarán en la pobreza moderada, debido a la crisis sanitaria.
-El precio estándar de tortillas en San Luis Potosí, en referencia al 15 de abril del 2020, está en 15 pesos con 83 centavos.
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