/ martes 27 de abril de 2021

Por caro y tóxico, pequeños productores se alejan del glifosato

Los productores recurren a métodos más tradicionales, como desyerbar a mano con cuadrillas de jornaleros, o con abonos y componentes orgánicos

LEÓN. Los pequeños productores del campo mexicano evitan usar el herbicida glifosato, porque lo consideran caro y peligroso, al tiempo que usan otro tipo de compuestos o recurren a quitar la maleza a mano.

Mientras la empresa alemana Bayer espera la respuesta definitiva sobre el amparo que promovió contra la prohibición paulatina del uso del glifosato en México, los pequeños productores usan métodos más tradicionales, como desyerbar a mano con cuadrillas de jornaleros, o con abonos y componentes orgánicos.

En León, Juan Gómez, un pequeño productor de la zona sur, aseguró que para limpiar el campo de cultivo de hierba, se apoya en el uso de compuestos como el Combine 500 SC y Atrazina.

"Ya ni recuerdo cuándo fue la última vez que use o tal vez nunca hice uso del Glifosato", comentó. “Sé por algunos conocidos que el glifosato ronda de los 250 a 300 pesos”, añade.

Para Inocencio Montes García, otro de los campesinos abordados en un recorrido hecho por El Sol de León, la sequía dejó un impacto muy fuerte en la región y no hay dinero suficiente para comprar productos destinados a eliminar la maleza que crece en el suelo. En muchas de las ocasiones se contrata gente que en una jornada y por medio de un tractor hace la limpieza.

“Las autoridades municipales y del Estado han señalado que existen sustancias muy agresivas que no sólo terminan con la hierba silvestre, sino que afecta al mismo cultivo o al suelo por su alto contenido de químicos dañinos, que sin bien terminan con la maleza, trae consecuencias en la salud de todos y pega en el bolsillo del campesino”, dijo.

En los establecimientos agroquímicos, el consumo de glifosato ha caído enormemente, dijo Lucía Rodríguez, una de las encargadas de la atención a productores agrícolas de la zona sur de León.

El precio de este producto es de 260 pesos por un empaque de un kilogramo que rinde hasta dos hectáreas. La dependiente reconoció que poca gente llega a preguntar por dicho herbicida, porque saben que su uso causa daños al suelo y a los granos.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, aseguró en febrero que los grandes empresarios del campo mexicano no deberían olvidarse “del machete y la tarpala” para eliminar la maleza, porque eso permite generar empleos. Pero esta es una constante entre los pequeños productores que prefieren evitar el uso de agroquímicos para prevenir la contaminación de la tierra.

Foto Cuartoscuro

En Xalapa, los agricultores recurren a alternativas como el compostaje o abonos de desechos de animales o productos orgánicos.

En la zona, el glifosato vale entre 800 y mil pesos un litro y el bulto de urea unos 600 pesos porque no se produce en México, por lo que no hay nada mejor que utilizar los abonos naturales, asentó Israel Castillo Cano, representante de la Unión General de Obreros y Campesinos (Ugocem) Democrática.

“Para el combate de hierbas y maleza no hay nada mejor que el deshierbe manual, pero cuando son grandes extensiones no conviene porque se tendría que contratar a mucha gente de ahí que se utilicen los herbicidas a pesar de que la tendencia en todo el mundo es a dejar de usarlos debido a los problemas de enfermedad que que se han detectado”, añadió.

De acuerdo con el productor, las excretas de animales para abonar un terreno sólo se utilizan cada tres años, mientras que los herbicidas deben usarse en cada ciclo porque son principalmente monocultivos.

Aclaró que lo que más conviene a los pequeños productores es hacer un cultivo tradicional, pues no conviene el uso de herbicidas ni fertilizantes, sino abonos naturales y quitar la maleza con la mano pues así tendrá un mayor rendimiento y una tierra fértil sin contaminarla con agroquímicos.

Aconsejó cambiar los agroquímicos por fertilizantes naturales para combatir ciertos tipos de plagas o enfermedades, aunque para erradicar las malezas no hay trabajo mejor que las prácticas culturales para disminuir la cantidad de hierbas, ya que entre menos se utilicen los agroquímicos se transita hacia una agronomía orgánica, donde los beneficios se harán extensivos a los consumidores.

Para los campesinos del municipio de Santiago de Anaya, en Hidalgo, el uso de herbicida es de especial cuidado al considerar el tipo de cultivo que tienen, “el glifosato es muy potente que puede quemar algunos cultivos como el maíz”.

Así lo manifestó el comisariado ejidal de este municipio, Elvis Monter Ángeles, y agregó que los herbicidas significan un costo alto en la inversión para utilizarlos en cultivos.

Es por ello que recurren a retirar la hierba mala con la mano, al igual que con el uso del tractor. “Aquí un bajo porcentaje utiliza químicos para deshierbar. Sólo aquellos que tienen extensiones de tierras muy amplias que les reditúa la compra”.

Foto Cuartoscuro

En el Estado de México, Miguel Hernández, miembro de la organización Unidos por el Campo, explicó que ha optado por utilizar herbicidas naturales y retirar arbustos de manera manual a fin de no dañar el ambiente y la salud.

Esto ante los efectos nocivos que causa el glifosato u otros productos para el retiro de matorral y arbustos, así como plaguicidas.

“Prefiero retirar ese tipo de hierba con la mano, lo cual es un trabajo cansado. Es más trabajo, pero es mejor porque lo fácil nos ha salido caro”, advirtió.

En Baja California Sur, José María Pulido Pérez, ejidatario de El Centenario, explicó que él sigue limpiando sus superficies de cultivo arrancando la maleza con la ayuda de sus trabajadores, ya que prefiere mantener su producción libre de agentes químicos que puedan afectar sus productos.

En entrevista, comentó que él se dedica básicamente a la siembra de chile, tomate, frijol, calabaza y en ciertas temporadas, hierbas aromáticas, y agregó que hasta el momento, no ha optado por eliminar las hierbas con productos industriales, como es el caso del glifosato.

“Nosotros preferimos el método tradicional, somos varios los productores que estamos ofreciendo nuestros productos en el mercado orgánico y cumplimos con los esquemas que este concepto nos marca”, añadió.

Dijo que él y una cuadrilla de 45 trabajadores, se dan a la tarea de eliminar la maleza con herramientas tradicionales, como es el caso del azadón, lo que les puede implicar un mayor esfuerzo pero considera que este vale la pena por lo rentable que es el mercado de los productos orgánicos.

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Refirió que utilizan algunos productos solo en caso de que sea extremadamente necesario y esto se limita a la presencia de plagas, pero tratan de emplear aquellos que sean específicos para combatir los problemas que tengan y evitan el uso de aquellos que sean de espectro amplio.

“Cuando no hay de otra y si la plaga es muy fuerte, empleamos las cantidades mínimas y preferimos aquellos productos que sean del menor impacto, por otro lado optamos por fertilizantes naturales, que obtenemos con los compañeros que tienen ganado” concluyó.

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Con información de Viridiana Saavedra Ponce | El Occidental, Celia Gayosso | Diario de Xalapa, Alma Leticia Sánchez, Adriana García Sánchez | El Sol de Toluca

LEÓN. Los pequeños productores del campo mexicano evitan usar el herbicida glifosato, porque lo consideran caro y peligroso, al tiempo que usan otro tipo de compuestos o recurren a quitar la maleza a mano.

Mientras la empresa alemana Bayer espera la respuesta definitiva sobre el amparo que promovió contra la prohibición paulatina del uso del glifosato en México, los pequeños productores usan métodos más tradicionales, como desyerbar a mano con cuadrillas de jornaleros, o con abonos y componentes orgánicos.

En León, Juan Gómez, un pequeño productor de la zona sur, aseguró que para limpiar el campo de cultivo de hierba, se apoya en el uso de compuestos como el Combine 500 SC y Atrazina.

"Ya ni recuerdo cuándo fue la última vez que use o tal vez nunca hice uso del Glifosato", comentó. “Sé por algunos conocidos que el glifosato ronda de los 250 a 300 pesos”, añade.

Para Inocencio Montes García, otro de los campesinos abordados en un recorrido hecho por El Sol de León, la sequía dejó un impacto muy fuerte en la región y no hay dinero suficiente para comprar productos destinados a eliminar la maleza que crece en el suelo. En muchas de las ocasiones se contrata gente que en una jornada y por medio de un tractor hace la limpieza.

“Las autoridades municipales y del Estado han señalado que existen sustancias muy agresivas que no sólo terminan con la hierba silvestre, sino que afecta al mismo cultivo o al suelo por su alto contenido de químicos dañinos, que sin bien terminan con la maleza, trae consecuencias en la salud de todos y pega en el bolsillo del campesino”, dijo.

En los establecimientos agroquímicos, el consumo de glifosato ha caído enormemente, dijo Lucía Rodríguez, una de las encargadas de la atención a productores agrícolas de la zona sur de León.

El precio de este producto es de 260 pesos por un empaque de un kilogramo que rinde hasta dos hectáreas. La dependiente reconoció que poca gente llega a preguntar por dicho herbicida, porque saben que su uso causa daños al suelo y a los granos.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, aseguró en febrero que los grandes empresarios del campo mexicano no deberían olvidarse “del machete y la tarpala” para eliminar la maleza, porque eso permite generar empleos. Pero esta es una constante entre los pequeños productores que prefieren evitar el uso de agroquímicos para prevenir la contaminación de la tierra.

Foto Cuartoscuro

En Xalapa, los agricultores recurren a alternativas como el compostaje o abonos de desechos de animales o productos orgánicos.

En la zona, el glifosato vale entre 800 y mil pesos un litro y el bulto de urea unos 600 pesos porque no se produce en México, por lo que no hay nada mejor que utilizar los abonos naturales, asentó Israel Castillo Cano, representante de la Unión General de Obreros y Campesinos (Ugocem) Democrática.

“Para el combate de hierbas y maleza no hay nada mejor que el deshierbe manual, pero cuando son grandes extensiones no conviene porque se tendría que contratar a mucha gente de ahí que se utilicen los herbicidas a pesar de que la tendencia en todo el mundo es a dejar de usarlos debido a los problemas de enfermedad que que se han detectado”, añadió.

De acuerdo con el productor, las excretas de animales para abonar un terreno sólo se utilizan cada tres años, mientras que los herbicidas deben usarse en cada ciclo porque son principalmente monocultivos.

Aclaró que lo que más conviene a los pequeños productores es hacer un cultivo tradicional, pues no conviene el uso de herbicidas ni fertilizantes, sino abonos naturales y quitar la maleza con la mano pues así tendrá un mayor rendimiento y una tierra fértil sin contaminarla con agroquímicos.

Aconsejó cambiar los agroquímicos por fertilizantes naturales para combatir ciertos tipos de plagas o enfermedades, aunque para erradicar las malezas no hay trabajo mejor que las prácticas culturales para disminuir la cantidad de hierbas, ya que entre menos se utilicen los agroquímicos se transita hacia una agronomía orgánica, donde los beneficios se harán extensivos a los consumidores.

Para los campesinos del municipio de Santiago de Anaya, en Hidalgo, el uso de herbicida es de especial cuidado al considerar el tipo de cultivo que tienen, “el glifosato es muy potente que puede quemar algunos cultivos como el maíz”.

Así lo manifestó el comisariado ejidal de este municipio, Elvis Monter Ángeles, y agregó que los herbicidas significan un costo alto en la inversión para utilizarlos en cultivos.

Es por ello que recurren a retirar la hierba mala con la mano, al igual que con el uso del tractor. “Aquí un bajo porcentaje utiliza químicos para deshierbar. Sólo aquellos que tienen extensiones de tierras muy amplias que les reditúa la compra”.

Foto Cuartoscuro

En el Estado de México, Miguel Hernández, miembro de la organización Unidos por el Campo, explicó que ha optado por utilizar herbicidas naturales y retirar arbustos de manera manual a fin de no dañar el ambiente y la salud.

Esto ante los efectos nocivos que causa el glifosato u otros productos para el retiro de matorral y arbustos, así como plaguicidas.

“Prefiero retirar ese tipo de hierba con la mano, lo cual es un trabajo cansado. Es más trabajo, pero es mejor porque lo fácil nos ha salido caro”, advirtió.

En Baja California Sur, José María Pulido Pérez, ejidatario de El Centenario, explicó que él sigue limpiando sus superficies de cultivo arrancando la maleza con la ayuda de sus trabajadores, ya que prefiere mantener su producción libre de agentes químicos que puedan afectar sus productos.

En entrevista, comentó que él se dedica básicamente a la siembra de chile, tomate, frijol, calabaza y en ciertas temporadas, hierbas aromáticas, y agregó que hasta el momento, no ha optado por eliminar las hierbas con productos industriales, como es el caso del glifosato.

“Nosotros preferimos el método tradicional, somos varios los productores que estamos ofreciendo nuestros productos en el mercado orgánico y cumplimos con los esquemas que este concepto nos marca”, añadió.

Dijo que él y una cuadrilla de 45 trabajadores, se dan a la tarea de eliminar la maleza con herramientas tradicionales, como es el caso del azadón, lo que les puede implicar un mayor esfuerzo pero considera que este vale la pena por lo rentable que es el mercado de los productos orgánicos.

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Refirió que utilizan algunos productos solo en caso de que sea extremadamente necesario y esto se limita a la presencia de plagas, pero tratan de emplear aquellos que sean específicos para combatir los problemas que tengan y evitan el uso de aquellos que sean de espectro amplio.

“Cuando no hay de otra y si la plaga es muy fuerte, empleamos las cantidades mínimas y preferimos aquellos productos que sean del menor impacto, por otro lado optamos por fertilizantes naturales, que obtenemos con los compañeros que tienen ganado” concluyó.

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