MORELIA. En México, para formar parte de un bloque negro feminista es necesario conocer primeros auxilios, rutas de escape y “acuerpar” a las compañeras que se manifiestan ya sea desviando la atención o literalmente “poniendo el cuerpo” como escudo humano ante la represión de los policías.
Algunas de las integrantes del bloque negro pueden ser víctimas directas o indirectas de violencia, familiares de víctimas de feminicidio o activistas por los derechos de las mujeres y no necesariamente autodenominarse feministas.
De acuerdo con el informe México: La era de las mujeres, estigma y violencia contra las mujeres que protestan”, de Amnistía Internacional, “la presunción de las autoridades sobre las mujeres encapuchadas como responsables de cometer delitos ha llevado no sólo a la detención arbitraria de varias manifestantes e implica un mayor grado de violencia contra las mujeres que se cubren el rostro”.
“Me gustaría romper esta idea de que las encapuchadas sólo saben quemar cosas. Yo he recibido un chingo de cosas de morras que se encapuchan... La compa necesita refugio, le consiguen refugio (...); la compañera necesita despensa para sus hijas e hijos, le llevan una despensa”, indicó en entrevista a Amnistía, Magda Soberanes, manifestante en la ocupación pacífica de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México.
En México, el bloque negro ha sido estigmatizado como violento y como responsable de los daños a bienes inmuebles durante las manifestaciones, aunque para el Comité de Derechos Humanos de la ONU una protesta se considera pacífica salvo cuando “se caracterice por una violencia generalizada y grave”, es decir, cuando los participantes hacen uso “de una fuerza física contra otros que pueda provocar lesiones, la muerte o daños graves a los bienes. Por lo tanto, aunque las autoridades podrían legítimamente intervenir ante hechos como el daño grave a propiedad privada, las intervenciones de estas colectivas son pacíficas y se encuentran protegidas por los derechos a la libertad de expresión y de reunión pacífica”, de acuerdo con Amnistía.
EL ORIGEN
El bloque negro tienen su origen en los ocupas berlinenses que en diciembre de 1980 bajaron a las calles con escudos, cascos y armas improvisadas para protestar contra los desahucios. Incluso podríamos retroceder una década y encontrar sus comienzos políticos en la movilización alemana de los Autonomen, una extensión italiana de Autonomía de los sesenta y setenta, según el artículo de Valerio D’Angelo publicado en 2014, Violencia contra la violencia, para la Universidad Autónoma de Madrid.
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
Valerio D’Angelo resumió en tres las acciones que caracterizan el modus operandi del bloque negro: la primera es que los integrantes son temporales y cambiantes de entre cinco a 20 personas, llamados “grupos de afinidad”.
La segunda es que las relaciones son horizontales y democráticas, puesto que las decisiones son puestas a consenso de la mayoría. Finalmente, sobre el uso de la violencia, ésta implica destrozar símbolos del capitalismo, bancos nacionales e internacionales, o el enfrentamiento con las fuerzas policiales.