Como parte de los protocolos de seguridad en caso de una contingencia del Popocatépetl, cientos de habitantes de la Junta Auxiliar de Axocopan realizaron un simulacro de evacuación supervisado por las autoridades locales y representantes del departamento de Protección Civil.
El evento, con la participación de familias completas se realizó en pleno corazón de este lugar donde la lengua materna sigue siendo el náhuatl. Así en el zócalo se concentraron más de un centenar de personas.
El acto duró aproximadamente seis minutos, desde el alertamiento de una contingencia por el volcán o por un sismo, hasta la salida en camiones del servicio público dispuestos para tomar las rutas de evacuación.
Eduardo Laurents, coordinador del Operativo de Protección Civil local y Pedro Maximiliano Méndez, presidente auxiliar, coincidieron en algo: “quizá la duda más repetida es saber para dónde caminar o dirigirse en un siniestro. Y creo hoy quedó claro. Todos vendrán a esta pequeña plaza pública y serán evacuados”, dijeron.
Después hubo una charla con el Comité de Padres de Familia del preescolar Popocatépetl a quien dejaron en claro que tendrán un aproximado de 90 minutos para venir por sus hijos y ponerlos a salvo. “Como madres de familia pensamos siempre en ellos... y con el intercambio de información de hoy damos un buen comienzo”, rescató una de las involucradas.
En Axocopan viven más de 9 mil 500 personas quienes deben salir a un albergue de Izúcar de Matamoros, en casi de que llegara a presentarse una contingencia.
El Miedo
Algunos niños de esta comunidad, ubicada al oeste de la mancha urbana y caracterizada por su antiguo y fructífero manantial de agua mineral, tienen miedo, según sus madres de familia.
“Escuchan de lava y de explosiones y lógicamente terminaban asustados. Pero en la escuela y en la casa estamos trabajando para evitar que la pasen mal”, sostuvo María, una de las integrantes del Comité de Padres.
En casa, recordó, buscan siempre hablar de manera positiva sobre las reglas a seguir en caso de requerir salir. “Los pequeños entienden rápido y es mejor no referir catástrofes o cosas de ese tipo”.
Y la otra manera de mitigar los miedos, explicó, es desde la escuela. “Los alumnos al mirar el interés de los padres de estar pendientes por la actividad del coloso sienten seguridad y confianza. Incluso así queda de manifiesto en las pláticas entre ellos. Por ejemplo, la semana pasada y luego de las explosiones, varios alumnos faltaron a clases. Por miedo quisieron quedarse en casa, pero ya en estos días volvieron a clases”, narraron.
Al preescolar asisten todos los días cerca de 80 pequeños. Sus madres también eran pequeñas aquel diciembre 21 de 1994 cuando despertó el coloso por primera vez. “Y claro entiendo a mi niño... uno de los peores recuerdos de aquellos años era precisamente el rechinar del volcán y la ceniza tapizando los establos y los campos de cultivo”, insistió María.