Como si de un motor de tractocamión se tratara, José Luis Hernández, conocido entre sus parientes y amigos como don Huicho, coloca un tripié de metal con un tecle de cadena en el centro de su corral sobre una vaca que tristemente no puede levantarse por el hambre.
Aun cuando no hace calor como en verano, donde las temperaturas alcanzan hasta 49 grados centígrados o más en la costa de Hermosillo, don Huicho tiene que levantar tres vacas de forma simultánea porque en el agostadero no creció la vegetación suficiente para mantenerlas de pie y mueren de hambre. Sus 87 años no le impiden que, con apoyo de sus nietos y sobrinos, coloque una piola alrededor del torso delgado pero pesado de la res, a la cual hace cuatro años nombró Faline en honor a la venadita que aparece en la película de Bambi de 1942.
La soga es para que pueda sujetar al animal de al menos 100 kilos al equipo metálico. Una vez hecho esto comienza el verdadero trabajo, mover arriba y abajo el tecle para elevar a Faline, que a veces coopera y otras no, haciendo la labor más difícil y tardía, todo para que pueda mantenerse unos cuantos minutos sobre sus cuatro patas.
Mientras uno de sus sobrinos utiliza el tecle con cadena, él toma a la vaca por los cuernos para ayudarla con su propia fuerza a mantener la cabeza erguida y que esto la motive a mover sus patas y pararse de una buena vez. Aunque para él resulta físicamente doloroso por su edad, la tristeza por ver caer a su ganado le duele aún más.
El tiempo que permanece de pie es para que se alimente y pueda recuperar la energía que perdió en esta temporada debido a que en el potrero escaseó la lluvia y no hubo maleza que comer, lo que no sólo le afectó a ella sino al resto de animales que la acompañan en el corral.
“Cuando llueve mucho y hay pasto no se malpasan, luego se cargan, están fuertes y gordas; ahorita no llovió, no salió pasto, nada, salió pequeño, no llovió y se secó”, compartió don Huicho.
La falta de precipitaciones en la región Noroeste de México ha provocado una de las peores sequías en Sonora, al grado de impactar de forma excepcional a cinco de los 72 municipios, mientras que otros 39 se encuentran en condiciones extremas. El resto presenta sequía de moderada a severa, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Tras la fuerte sequía por la que atraviesa la entidad, Gustavo Camou Luders, subsecretario de Ganadería de la Secretaría de Ganadería, Recursos Hidráulicos, Pesca y Acuacultura (Sagarhpa), dio a conocer que de agosto de 2020 a marzo de 2021 el hato de Sonora ha disminuido en 307 mil cabezas de ganado registradas, aproximadamente.
Estimó que para julio de 2021, periodo de inicio de lluvias, la cifra incrementará hasta 465 mil cabezas de ganado perdidas entre mortandad de vientres, sacrificios y ventas a otros estados, lo que sería una reducción de 42 por ciento del hato sonorense.
“Una disminución de 42 por ciento de producción de becerros representa alrededor de tres mil millones de pesos menos respecto al ciclo pasado en exportaciones”, especificó el subsecretario de la Sagarhpa.
UNO DE LOS MESES MÁS SECOS
Blanca Elena Jiménez Cisneros, directora general de la Conagua, expuso que México es un país con dos estaciones: de estiaje y de lluvias. El de estiaje abarca los meses con pocas precipitaciones, que en la mayor parte de la República ocurre de noviembre a abril; la de lluvias inicia en julio.
La directora de Conagua reveló que en 1941 la dependencia inició el monitoreo de la sequía y en las estadísticas obtenidas desde entonces se detectó que marzo de 2021 se encuentra en el lugar 71 de los 81 marzos registrados en el estudio, por lo cual es uno de los más secos de la historia a nivel nacional.
Don Huicho es uno de los más de 33 mil productores de ganado bovino extensivo que, según la Sagarhpa, existen en la entidad y que atraviesan por una de las etapas más críticas causadas por las inclemencias del clima. “Ahora la sequía es más dura; antes sacábamos a las vacas a pastorear, ahora no hay chance de eso”, expresó .
Como muchos en Sonora, don Huicho ha dedicado toda su vida a esta actividad considerada una de las principales en la localidad, sobre todo en lo relacionado a la producción de carne y de becerros para exportación en pie.
El productor ganadero sabe que su labor es indispensable y que, aunque es un pequeño productor, forma parte de un gremio que no puede detenerse ni un solo día, que trabaja de sol a sol para obtener el sustento para su familia, así como para producir el alimento que miles de personas esperan.
Por ello no baja la guardia y cada año se prepara para brindarle a sus vacas otros alimentos como alfalfa, granos y calabazas que tiene que comprar en agroveterinarias o campos agrícolas del sector con la intención de que el ganado pueda sobrevivir un poco más hasta las lluvias, cuando el agostadero vuelva a crecer o hasta que llegue el nuevo ciclo ganadero en julio.
Las últimas precipitaciones que dejaron abundancia y prosperidad en el rancho donde reside, El Sapo, a 60 kilómetros de Hermosillo, en la Costa, se presentaron en 2019, un año favorecedor ya que se acumularon 648.7 milímetros (mm) de lluvia en la entidad, 53 por ciento más de lo que llovió en 2020 (343 mm) y 99 por ciento más de lo que se ha reportado hasta marzo de 2021 (72.7 mm).
Desde entonces no ha ocurrido algo similar, motivo por el cual don Huicho y otros residentes de la comunidad rural han tenido que despedirse de decenas de vacas, vaquillas y becerros, incluso toros y caballos que han muerto en los corrales por la falta de alimento y agua en el monte, así como en los represos. “Se han muerto algunas vacas, el año pasado fueron como 30 o más, se siguen muriendo, sobre todo ahora con más razón que no tienen que comer”, mencionó José Luis.
Don Huicho hace intentos por salvar su ganado, pero al paso de dos semanas han sido insuficientes y Faline se convirtió en una más de las víctimas mortales de la sequía. Ni todo el esfuerzo pudo ayudarla a caminar otra vez.
Aunque es un momento triste y desesperanzador, este productor no tiene tiempo de sentimentalismos porque en ese mismo instante hay otra vaca que requiere de su atención y energía para poder levantarse. El ganadero sabe que Faline no es la última vaca que morirá.
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