/ lunes 27 de septiembre de 2021

Así es como mujeres transgénero de Guerrero buscan traspasar fronteras con sus huipiles

A través de las redes sociales muestran al mundo sus prendas que elaboran de tres a ocho meses

Un grupo de 15 personas, entre ellas mujeres indígenas y transgénero, han conquistado la moda con sus huipiles elaborados en telar de cintura y punto de cruz, donde buscan que sus creaciones continúen traspasando fronteras para que lleguen a lugares donde se valore su trabajo.

En la comunidad de Zacualpan, ubicada a 40 minutos del municipio de Ometepec en la región de la Costa Chica del estado, las mujeres artesanas y ocho jóvenes transgénero dedican sus días a elaborar vestidos y blusas típicos de la región, con diseños estilizados y colores vivos, que han conquistado a más clientes.

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Flor, una mujer transgénero de 36 años de edad, inició su proyecto de textiles “Flor Amuzga”, un pequeño negocio que se ubica en la entrada de la comunidad de Zacualpan donde se venden estos huipiles hechos de telar de cintura y punto de cruz.

En estos momentos por la pandemia, donde no se ha registrado muchos Congresos, Convenciones o Ferias Artesanales, Flor en la búsqueda de alcanzar nuevos mercados, ha recurrido a las redes sociales como Facebook, para acceder a un público más amplio y poder vender sus diseños que han sido adquiridos por clientes mexicanos y extranjeros.

Los huipiles que elaboran las artesanas indígenas llevan un periodo de elaboración de tres a ocho meses y tienen un costo que va de los dos mil hasta ocho mil pesos, y han sido adquiridos por clientes de Estados Unidos y España, así como diferentes estados y en la misma entidad suriana.

Los huipiles que elaboran las artesanas indígenas llevan un periodo de elaboración de tres a ocho meses y tienen un costo que va de los dos mil hasta ocho mil pesos. | Cortesía | Flor Amuzga

Flor, no para de trabajar a pesar de la pandemia de Covid-19, y relató que busca vender sus huipiles en los aeropuertos del país, ya que aseguró que con más ventas, se puede ayudar a más indígenas de su comunidad, donde por la falta de pedidos, sólo el 10 por ciento de la población se dedica a la elaboración de esta artesanía.

Para elaborar los huipiles, ha conformado un equipo 15 artesanas, ocho mujeres transgénero y nueve féminas, quienes realizan todo el proceso textil y artesanal que va desde sembrar el algodón, sacar el hilo, tejer la prenda en el telar de cintura, bordado y armar el vestido o blusa.

Una de estas mujeres, que integran su equipo de artesanas, es María Clementina Santiago, quien habla lengua amuzga y diariamente dedica entre tres a cuatro horas para sacar el hilo coyuchi, obtenido de la planta de algodón color café, o bien el hilo blanco producto del algodón del mismo color, los cuales va enredando en una pequeña vara metálica.

Flor detalló que en una semana, María elabora una bola de hilo natural de algodón del tamaño de una toronja por la cual se le paga más de 50 pesos.

Mientras que Ángeles Lorenzo Martínez es una de las artesanas quien elabora el bordado en telar de cintura.

Ella se sienta afuera del pequeño local de textiles y diseños “Flor Amuzga”, para elabora una pieza distinta a los huipiles.

Ángeles, se sujeta a la cintura su telar para empezar usar los hilos de algodón natural combinado con material industrial y crear un mantel de dos metros y medio, el cual una vez que termine, lo venderá fuera de su comunidad a un precio de tres mil 500 pesos.

Ángeles Lorenzo Martínez es una de las artesanas quien elabora el bordado en telar de cintura.. | Cortesía | Flor Amuzga


Flor recordó que tiempo atrás en esta localidad de Zacualpan donde viven más de siete mil 500 personas, la mitad de la población se dedicaba a la elaboración de huipiles tanto para vender y para uso personal, para lo cual los pobladores sembraban su propio algodón.

Sin embargo, ante la falta de ventas y apoyo por parte de las autoridades para comercializar sus textiles, la gente se ha dedicado a trabajar en el campo y en la limpieza doméstica.

Relató que en Zacualpan, llevar puesto un huipil hecho de telar de cintura o punto de cruz se ha convertido en un lujo y sólo se utiliza cuando hay algún evento importante en la comunidad.

Por ello, no es extraño ver a las mujeres que usan el huipil de encaje y vestido de tela que llevan como forro porque es el más económico, “no hay dinero y hacer un huipil es caro”, señaló Flor.

Recordó que su marca de “Flor Amuzga” está registrada y cuenta con etiqueta, logos y todo listo para venderse en otros mercados, agradeció el apoyo que recibió de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas para lograr parte de su sueño de ser una emprendedora y ayudar a sus amigas indígenas.

Pero lamentó que sus huipiles los tiene que vender a otros lugares para ofrecer un precio que puedan sacar la mano de obra y el material.

“Ya que dependiendo el material y el bordado como es el punto de cruz y la calidad del hilo que lleva, el costo puede alcanzar los seis mil 500 pesos y un huipil de telar de cintura y dependiendo la figura e hilo, puede costar de siete mil a ocho mil pesos”, dijo la artesana.

Llevar puesto un huipil hecho de telar de cintura o punto de cruz se ha convertido en un lujo. | Cortesía | Flor Amuzga

Mientras el sueño de traspasar fronteras con sus textiles se hace realidad, la artesana seguirá vendiendo en su pequeño local que le dejó como herencia su madre al fallecer, y donde iniciaron sus primeras ventas junto con el apoyo de sus cuatro hermanas, quienes también se dedican al bordado de telar de cintura y punto de cruz.

“Queremos que compren a buen precio y que no pidan rebaja porque se lleva un tiempo para la elaboración y vale la pena que se pague en un buen precio por lo que los indígenas amuzgos hacemos”, puntualizó.

De acuerdo con información de la Secretaría de Desarrollo Económico del estado, en Guerrero hay seis municipios que se dedican a la elaboración de textiles y tres mil 500 artesanos han registrados sus huipiles, manteles, rebozos y servilletas.

Dentro de la Dirección de Artesanías se tiene un registro de artesanos amuzgos que se ubican en los municipios de Tlacoachistlahuaca, Xochistlahuaca y Ometepec, así como en las comunidades de Zacualpan y La Guadalupe, entre otras.

Un grupo de 15 personas, entre ellas mujeres indígenas y transgénero, han conquistado la moda con sus huipiles elaborados en telar de cintura y punto de cruz, donde buscan que sus creaciones continúen traspasando fronteras para que lleguen a lugares donde se valore su trabajo.

En la comunidad de Zacualpan, ubicada a 40 minutos del municipio de Ometepec en la región de la Costa Chica del estado, las mujeres artesanas y ocho jóvenes transgénero dedican sus días a elaborar vestidos y blusas típicos de la región, con diseños estilizados y colores vivos, que han conquistado a más clientes.

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Flor, una mujer transgénero de 36 años de edad, inició su proyecto de textiles “Flor Amuzga”, un pequeño negocio que se ubica en la entrada de la comunidad de Zacualpan donde se venden estos huipiles hechos de telar de cintura y punto de cruz.

En estos momentos por la pandemia, donde no se ha registrado muchos Congresos, Convenciones o Ferias Artesanales, Flor en la búsqueda de alcanzar nuevos mercados, ha recurrido a las redes sociales como Facebook, para acceder a un público más amplio y poder vender sus diseños que han sido adquiridos por clientes mexicanos y extranjeros.

Los huipiles que elaboran las artesanas indígenas llevan un periodo de elaboración de tres a ocho meses y tienen un costo que va de los dos mil hasta ocho mil pesos, y han sido adquiridos por clientes de Estados Unidos y España, así como diferentes estados y en la misma entidad suriana.

Los huipiles que elaboran las artesanas indígenas llevan un periodo de elaboración de tres a ocho meses y tienen un costo que va de los dos mil hasta ocho mil pesos. | Cortesía | Flor Amuzga

Flor, no para de trabajar a pesar de la pandemia de Covid-19, y relató que busca vender sus huipiles en los aeropuertos del país, ya que aseguró que con más ventas, se puede ayudar a más indígenas de su comunidad, donde por la falta de pedidos, sólo el 10 por ciento de la población se dedica a la elaboración de esta artesanía.

Para elaborar los huipiles, ha conformado un equipo 15 artesanas, ocho mujeres transgénero y nueve féminas, quienes realizan todo el proceso textil y artesanal que va desde sembrar el algodón, sacar el hilo, tejer la prenda en el telar de cintura, bordado y armar el vestido o blusa.

Una de estas mujeres, que integran su equipo de artesanas, es María Clementina Santiago, quien habla lengua amuzga y diariamente dedica entre tres a cuatro horas para sacar el hilo coyuchi, obtenido de la planta de algodón color café, o bien el hilo blanco producto del algodón del mismo color, los cuales va enredando en una pequeña vara metálica.

Flor detalló que en una semana, María elabora una bola de hilo natural de algodón del tamaño de una toronja por la cual se le paga más de 50 pesos.

Mientras que Ángeles Lorenzo Martínez es una de las artesanas quien elabora el bordado en telar de cintura.

Ella se sienta afuera del pequeño local de textiles y diseños “Flor Amuzga”, para elabora una pieza distinta a los huipiles.

Ángeles, se sujeta a la cintura su telar para empezar usar los hilos de algodón natural combinado con material industrial y crear un mantel de dos metros y medio, el cual una vez que termine, lo venderá fuera de su comunidad a un precio de tres mil 500 pesos.

Ángeles Lorenzo Martínez es una de las artesanas quien elabora el bordado en telar de cintura.. | Cortesía | Flor Amuzga


Flor recordó que tiempo atrás en esta localidad de Zacualpan donde viven más de siete mil 500 personas, la mitad de la población se dedicaba a la elaboración de huipiles tanto para vender y para uso personal, para lo cual los pobladores sembraban su propio algodón.

Sin embargo, ante la falta de ventas y apoyo por parte de las autoridades para comercializar sus textiles, la gente se ha dedicado a trabajar en el campo y en la limpieza doméstica.

Relató que en Zacualpan, llevar puesto un huipil hecho de telar de cintura o punto de cruz se ha convertido en un lujo y sólo se utiliza cuando hay algún evento importante en la comunidad.

Por ello, no es extraño ver a las mujeres que usan el huipil de encaje y vestido de tela que llevan como forro porque es el más económico, “no hay dinero y hacer un huipil es caro”, señaló Flor.

Recordó que su marca de “Flor Amuzga” está registrada y cuenta con etiqueta, logos y todo listo para venderse en otros mercados, agradeció el apoyo que recibió de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas para lograr parte de su sueño de ser una emprendedora y ayudar a sus amigas indígenas.

Pero lamentó que sus huipiles los tiene que vender a otros lugares para ofrecer un precio que puedan sacar la mano de obra y el material.

“Ya que dependiendo el material y el bordado como es el punto de cruz y la calidad del hilo que lleva, el costo puede alcanzar los seis mil 500 pesos y un huipil de telar de cintura y dependiendo la figura e hilo, puede costar de siete mil a ocho mil pesos”, dijo la artesana.

Llevar puesto un huipil hecho de telar de cintura o punto de cruz se ha convertido en un lujo. | Cortesía | Flor Amuzga

Mientras el sueño de traspasar fronteras con sus textiles se hace realidad, la artesana seguirá vendiendo en su pequeño local que le dejó como herencia su madre al fallecer, y donde iniciaron sus primeras ventas junto con el apoyo de sus cuatro hermanas, quienes también se dedican al bordado de telar de cintura y punto de cruz.

“Queremos que compren a buen precio y que no pidan rebaja porque se lleva un tiempo para la elaboración y vale la pena que se pague en un buen precio por lo que los indígenas amuzgos hacemos”, puntualizó.

De acuerdo con información de la Secretaría de Desarrollo Económico del estado, en Guerrero hay seis municipios que se dedican a la elaboración de textiles y tres mil 500 artesanos han registrados sus huipiles, manteles, rebozos y servilletas.

Dentro de la Dirección de Artesanías se tiene un registro de artesanos amuzgos que se ubican en los municipios de Tlacoachistlahuaca, Xochistlahuaca y Ometepec, así como en las comunidades de Zacualpan y La Guadalupe, entre otras.

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